Santo Domingo 23°C/26°C thunderstorm with rain

Suscribete

DAR EL EJEMPLO

La bondadosa práctica del bien hacer

En la misa del pasado domingo, día de Pentecostés, inspirada en el Evangelio correspondiente a la fecha, Juan 20: 19-23, pensé en cuán apropiado es este tema para adaptarlo a los tiempos que vivimos en diferentes ámbitos de nuestras vidas.

No pretendo, obviamente, dar cátedra teológica sobre este apartado bíblico, pero estoy convencida de que este mensaje se ajusta a nuestra sociedad y a quienes nos gobiernan, a los políticos, a quienes dirigen las empresas desde el sector privado, a los padres y madres, a profesores; a ricos y pobres.

“Cuerpo y alma hacen la carne. Pero nos dominan los deseos de la carne más que los del espíritu. El que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción” (Gálatas 6: 8).

Hemos escuchado muchas veces la socorrida frase de que “la carne es débil”, en la que tantos seres humanos se escudan para justificar acciones indelicadas, impúdicas, que afectan irremediablemente al prójimo.

Y ciertamente, es en la carne donde se encuentra la debilidad, la vulnerabilidad del ser humano. “Caminen según el Espíritu y así no se realizarán los deseos de la carne, pues los deseos de la carne se oponen a los deseos del Espíritu y los deseos del Espíritu se oponen a los deseos de la carne” (Gálatas, 5).

Por eso damos cabida al odio, ambiciones, corrupción, divisiones, celos, a la violencia...Pero es porque nos olvidamos de alimentar y fortalecer el alma, de caminar y vivir según el Espíritu, porque sólo una comunidad reducida, donde todos coincidan en el mismo modelo de vida y valores, puede aspirar y asegurar el cambio.

Sin embargo, no hacemos nada para lograrlo, sino que nos dejamos llevar por comportamientos desmesurados. Es tiempo de hacer conciencia, de darnos cuenta de que hay un trabajo que hacer con nosotros mismos, de forma individual.

Siempre decimos que nos afecta un mar de males, como la corrupción administrativa, la inseguridad ciudadana y la violencia intrafamiliar. Nuestro rol parece ser quejarnos, sin ofrecer soluciones a lo que repetidas veces cuestionamos.

Ese mismo Evangelio del domingo dejó en mí una frase pronunciada por Jesús: “Paz a vosotros”. Este es el primer deseo de Jesús a sus discípulos, y siento que también sigue siendo para el mundo de hoy, que prevalezca la paz.

Esa paz que tanto ansiamos en todos los órdenes de nuestras vidas pero que es, al mismo tiempo, tan fácil de perder. La paz nos brinda equilibrio en la vida, tanto a nivel personal como en lo profesional y social. Pero para ello necesitamos tener valores y principios bien definidos y bien asentados. Y eso es precisamente lo que podemos recibir del Espíritu Santo: esos dones que nos hacen dóciles para escuchar y vivir acorde a los deseos de Dios. Coherencia de vida. Vivir en la práctica apegados a una vida moral y “dar frutos”.¿Cuáles son las semillas que tenemos que sembrar para dar los frutos de caridad, alegría, paz, comprensión, generosidad, bondad, fidelidad, humildad, dominio propio y temor de Dios?

Para practicar las virtudes humanas vale ser educado desde niños en ellas. Y no tiene que ver únicamente con ser cristiano, porque hay quienes practican más esas virtudes que muchos creyentes.

La manifestación de Dios en mi vida y mi lucha incesante por una sociedad más humana, que viva en valores, los que dan verdadero sentido a la vida, es lo que me alienta a seguir en este esfuerzo en medio de la convulsión social en la que nos encontramos.

Intento que este mensaje llegue a todos los rincones del país, y que se ponga en práctica, incluso a modo de campaña. Que el Espíritu Santo sea quien nos anime a caminar en la búsqueda permanente de un mundo donde reine la justicia y la verdad.

Tags relacionados