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En la diana

Primer Tiro El planteamiento de que “hay que conservar los recursos naturales para las generaciones futuras” (repetido cientos de veces por periodistas, religiosos, columnistas, políticos, funcionarios y exfuncionarios gubernamentales, empresarios, e incluso profesores y académicos universitarios) es equivalente a plantear que es necesario hacer más ricos a los ricos de mañana a costa de hacer más pobres a los pobres de hoy. Algún día se escribirá la historia y se cuantificará el gran daño causado por quienes lograron que el Estado declarara como áreas protegidas territorios de exiguo valor eco sistémico, condenando a la pobreza perpetua a cientos de miles de campesinos cuyos medios de vida eran el uso de la tierra y de los recursos naturales existentes en los mismos, y generando como resultado que hoy día el 23% del territorio nacional corresponda a áreas protegidas, cifra mucho mayor al 14% que mantienen los países ricos de altos ingresos.

Segundo Tiro La prensa y la opinión pública han sido atrapadas y son víctimas del terrorismo ultraconservacionista. Pero eso terminará cuando se comprenda que proteger los recursos naturales más allá de lo necesario para conservar un stock de capital natural suficiente para mantener constante el nivel actual de consumo de servicios ecosistémicos equivale a ahorrar para los ricos de mañana, a valorar más el futuro que el presente, y a actuar como si la tasa de interés o de descuento fuera negativa. Si la tasa de descuento fuera por lo menos igual a cero, la sociedad estaría valorando el futuro igual que al presente, pero oponerse de manera irracional y sin fundamento al uso de los recursos mineros equivale a no valorar ni el futuro ni el presente. Al respecto quizás sea necesario y conveniente que se conozca y se difunda la famosísima regla de Hartwick, la cual postula que para mantener constante el consumo per cápita actual es necesario invertir la renta neta proveniente de la explotación de los recursos naturales no renovables en capital reproducible.

Tercer Tiro Según el PNUD, “la vinculación entre la pobreza y el medio ambiente se puede entender desde múltiples perspectivas. Una de ellas es la dependencia de los recursos naturales de un gran número de personas en situación de pobreza. Se estima que el 70% de las personas que viven por debajo de la línea de pobreza en el mundo dependen de los recursos naturales para su subsistencia, y que los servicios del ecosistema y otros activos no de mercado conforman entre el 50% y el 90% de la fuente total de medios de sustento de las familias que viven de los bosques y en zonas rurales pobres de todo el mundo” (Variables Ambientales en la Medición Multidimensional de la Pobreza, 2018). Si se toma la cantidad de personas pobres y se aplica la cifra anterior, entonces se puede concluir que alrededor de 2,240,000 pobres dominicanos dependen de los recursos naturales para subsistir. Si se aplica la regla Hartwick, la pobreza también se reduce con la explotación de los recursos mineros, pues la inversión que la renta neta (después de pagar los costos y remediaciones ambientales) de los mismos se invertiría en creación de ingresos y empleo, lo que produce bienestar y rentabilidad social que beneficia a los pobres de las generaciones actuales y futuras.

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