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FIGURAS DE ESTE MUNDO

La gente conoce a Dios

No podemos renegar de esta esfera única de nuestro yo interno que nos impele a buscar a Dios. En su soberanía, el Creador ha implantado evidencias de su existencia en el corazón de sus criaturas, a través de la razón y la ley moral. Sin duda, Dios creó al hombre y lo capacitó para percibir Su revelación. Es decir, el Dios Creador no ha dejado al ser humano en ignorancia, sino que lo ha provisto de todo lo necesario para conocer Su voluntad y adorarle.

Allí, en lo íntimo de nuestro ser, un sentido moral innato, o conciencia, actúa como “indicador” que registra lo correcto o incorrecto de un pensamiento o acción. En Romanos 2:15, leemos que los individuos “son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos”.

Por medio de la conciencia, el hombre sabe si está o no conformándose a la ley moral o voluntad de Dios. “Lo que de Dios se puede conocer, la gente lo conoce muy bien, porque Él mismo se lo ha mostrado”. (Romanos 1:19).

A la par de este conocimiento interior de las “cosas invisibles” de Dios, “su eterno poder” y “deidad, el hombre conoce al Todopoderoso mediante las cosas visibles. La creación transmite un mensaje claro e inconfundible acerca de Su persona, esto es, Su infi nito poder y divinidad, expresada en bondad, gracia y fi delidad. Por eso Dios hace responsables a todos aquellos que no reconocen lo que Él les ha manifestado de sí mismo en Su obra palpable. Aun aquellos que nunca han escuchado el evangelio han recibido un testimonio claro sobre la existencia y el carácter de Dios, pero la mayoría ha preferido suprimirlo.

A pesar de esto, si alguien responde a la demostración de lo creado, así sea nada más que la revelación natural, Dios proporcionará los medios necesarios para que esa persona escuche el evangelio y crea para salvación de su alma. “Porque las cosas invisibles de él –escribe el Apóstol-, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Romanos 1:20).

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