Primarias abiertas
En los últimos 17 años hemos debatido a nivel nacional la aprobación de un nuevo régimen electoral y una adecuada Ley de Partidos Políticos en la República Dominicana. Sin embargo, cuando por fin existe la voluntad y el consenso, el proceso se ha trabado por el rechazo a llevar a cabo primarias abiertas y simultáneas con la supervisión de la JCE, lo cual resulta inaudito a todas luces, ya que esa modalidad permitiría la plena participación ciudadana en las elecciones de candidatos de quienes buscan liderar los destinos de la República Dominicana.
Con la nueva mecánica de primarias abiertas, pondríamos fi n a los acuerdos de aposento, a asambleas permeables de ser amañadas y excluyentes, y al control de los partidos por unos pocos, evadiendo la voluntad popular y el surgimiento de candidatos con nuevas ideas y visiones para sus partidos y para el país en general. Pondríamos fi n entonces a un sistema desconectado de la ciudadanía, disminuido en confi anza y credibilidad a ojos de la opinión pública.
El Partido Reformista Social Cristiano, del cual he formado parte durante años, no escapa a esta realidad. De hecho, las pugnas más recientes han surgido por impedir que sea la mayoría quienes elijan a las autoridades del partido, provocando acusaciones cruzadas y un distanciamiento de la ciudadanía, fielmente refl ejado en los resultados electorales.
Esta es la oportunidad de relanzar al reformismo y al sistema de partidos en general, viéndonos en el espejo de países donde esta forma de coexistencia política se ha visto quebrada, por hacer caso omiso a los reclamos de la ciudadanía cuando dicen por medio de encuestas y manifestaciones públicas pacífi cas su desconfi anza hacia las instituciones y los partidos políticos.
Hay antecedentes. En la región, en Argentina y Chile las primarias abiertas son una realidad consolidada, y para llegar a ser candidato de un partido o coalición, se requiere del fi ltro de primarias como forma de ganar legitimidad a ojos del partido pero también de la ciudadanía. Por ende, República Dominicana no haría más que emplear la audacia para insertarse en el selecto grupo de naciones con visión de integración política partidaria.
Desde lo jurídico, los principales referentes del área coinciden en que las primarias no son inconstitucionales, y que proceden perfectamente apegado a la Constitución de la República, hecho que ha sido refrendado con la aprobación del proyecto de ley en dos lecturas por parte del Senado, lo cual debiera ser ratifi cado por la Cámara de Diputados.