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Elecciones en Paraguay

Fernando Lugo, expresidente paraguayo y líder del Frente Guasú, una coalición de partidos progresistas, manifestó horas antes del torneo electoral del pasado domingo, que los resultados del certamen serían cerrados. Su afirmación despertó en mí ciertas dudas e hice el intento de preguntarle las razones de ese juicio, porque antes de arribar a Asunción para encabezar la delegación del Observatorio Electoral de la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (Copppal) junto a su coordinadora Dolores Gandulfo, rastreé las encuestas publicadas y marcaban una diferencia cuasi infranqueable a favor del partido de gobierno.

Ricardo Canese, el secretario de relaciones internacionales de la articulación de partidos, definido como amplio en guaraní (Guasú) y diputado al Parlasur, comenzó a darle sustento teórico a la afirmación de Lugo, solo que la pasión con que lo hacía me puso a pensar que estaba atrapado en un exceso de optimismo que lo llevaba a saltarse la objetividad que yo necesitaba, y que Carlos Verón, un militante de recia formación política y progenitor de Guillermo y Diego, lumbreras y militantes de las luchas sociales, con su talante de avecilla inofensiva, retomó los argumentos del parlamentario “parlasurino” y, con sus desesperantes pausas, me arrinconó en un recodo de evidencias.

Canese es agudo e inteligente, por ello tras conocerse las encuestas a boca de urna en medio del proceso de votación, protestó alegando que eran una burda manipulación para influir en los que no habían ejercido el sufragio a mitad del proceso. Esas “mediciones” marcaban diferencias abismales entre el partido de gobierno y la coalición opositora. Carlos reaccionó en sentido parecido, solo que asumió con aire filosófico aquellos “sondeos” desconcertantes, al afirmar que los votos desmentirían una vez más a este recurso manipulador. “Una vez más”, fue la expresión clave que, junto a su relajado acento, ponía el cuño de certidumbre a sus argumentos.

Las mesas se instalaron sin retrasos mayores, solo que nuestra delegación de observadores vio con preocupación que de los tres integrantes que componen las mesas, en la mayoría de los casos dos eran del partido de gobierno y el otro estaba repartido entre las demás organizaciones, en violación a lo estipulado en la legislación electoral, que establece una composición de las mesas con titularidad de las tres principales fuerzas políticas, asunto que no solo nos preocupaba como observadores, sino que mortificaba a los opositores.

Las fuerzas políticas estuvieron al tanto de todo lo que vimos, pues lo comunicábamos durante el proceso para que sobre la marcha buscaran soluciones. Así que les preocupaban las boletas pre marcadas vistas fuera de los recintos de votación, además de la confusión generada entre algunos electores que, al no contar con el padrón físico colocado en un lugar visible para verificar si votaban en el recinto, tenían que recurrir a unos facilitadores que, computadora en manos para ofrecer la información requerida, muchas veces desorientaron al elector al decir que no aparecían en el listado, cuando, en realidad, estaban. Como habían previsto Canese y Carlos, valiéndole de experiencias de procesos anteriores, otras irregularidades acompañaron la jornada comicial, y el cierre adicionó otras como la de que más de 500 actas alteradas fueron denunciadas por los partidos, lo que, con el estrecho margen vaticinado por Lugo, pudo haber alterado el resultado final. La oposición ha pedido revisión del proceso, y nos parece justo.

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