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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¿Cuántos años tienes?

Con bastante frecuencia habrás escuchado la pregunta: ¿Cuántos años tienes? Mi papá, que falleció a los cien años, cuando le hacían esa pregunta acostumbraba responder: “¿Es que ustedes no tienen otra cosa de qué hablar?” Y cuando le felicitaban por su cumpleaños decía: “Anjá, por un año másÖsi fuera por un año menos.”

Tratando de darles luz sobre el valor de la vida, acostumbro preguntar a los niños: ¿Qué edad tenían ustedes cuando nacieron? Generalmente la respuesta es una risa y una negativa: “Ninguna.” Ante mi insistencia, los niños se van poniendo serios y comienzan a pensar.

Siempre hay uno que responde correctamente: “Nueve meses”. Les explico entonces que la pregunta no es un gancho, porque nadie comenzó a vivir en el momento de su nacimiento, sino en el instante de la concepción. Los años que decimos tener se quedan cortos.

Por eso no es correcto decir a una mujer embarazada: “Te felicito, porque vas a ser madre.” No es que va a ser madre; ya lo es, desde el momento que concibió la criatura en su vientre.

De ahí el compromiso permanente que debemos asumir de defender la vida desde la concepción y no violar ese derecho fundamental, que es el más elemental. El aborto es un crimen horrible,

Yo soy el mismo que inició la hermosa experiencia de la vida, cuando fui concebido. La madre no sólo nos da la vida, sino que la protege en una forma tierna y nos enseña a valorarla. Por esa misión maternal, a las madres les sacamos el plato aparte y les dedicamos el mes de mayo, para agradecerles y honrarlas.

Pero los años no son sólo para contarlos, sino para ir creciendo, como hizo Jesús, en sabiduría y gracia ante Dios y los hombres. Es decir que a la vida hay que darle calidad y esto se logra creciendo humana y espiritualmente.

He tenido la oportunidad de subir treinta y cuatro veces al Pico Duarte. En la subida al Pico Duarte por la zona de la Ciénaga de Manabao (Jarabacoa) hay una montaña que la gente ha bautizado curiosamente como la “Loma del Arrepentimiento”. Esto porque esa subida genera los más desesperados lamentos: “Para qué me metí en esto; yÖ hasta pagando. Más nunca vuelvo a inventar”

La vida es como una montaña que debemos subir, queramos o no. A veces caminamos con alegría y entusiasmo; en otras ocasiones se nos hace complicado el camino, pero esa complicación es preciso verla como un desafío.

¿Cuántos años tienes? Tal vez no interesa mucho saberlo; lo que sí importa es que nuestros años estén llenos de vida en abundancia y eso no se compra con dinero, ni se vende en supermercados.

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