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Luis Encarnación PimentelSanto Domingo

Creo que a los anteriores miembros del Tribunal Superior Electoral les animaba la intención de hacer su trabajo, de quedar bien y de tener un exitoso desempeño institucional. No tuvieron mucha suerte, sin embargo, porque desde un primer momento fueron blancos de un bombardeo despiadado de parte de sectores políticos y de desacreditadores profesionales de distintos matices, que apostaron siempre al fracaso, a través de la descalificación y el descrédito. Los autores de la campaña contra el órgano contencioso electoral y sus integrantes -porque de eso se trató- se salieron con las suyas, pues sin observar aportes ni desempeño, al grupo se le midió con la misma vara y se le desplazo. El equipo actual, con el magistrado Román Jáquez a la cabeza, ha comenzado con buen pie, dando pasos en la dirección de levantar la imagen de la institución y de ganarse el crédito y la confianza de la sociedad. Tomando algunas decisiones, para muchos impensables o inesperadas, el TSE y sus miembros han querido marcar distancia y establecer algunas diferencias. Eso ayuda a que partidos políticos y otros intereses que viven con los ojos encima del órgano le den una tregua, un respiro, y no se repita la historia con el equipo anterior. Pese a cualquier opinión en contra, creemos que la decisión del TSE que deja sin efecto las expulsiones que las cúpulas del PRSC y el PRD, respectivamente, habían motorizado en perjuicio de Ito Bisonó y de Guido Gómez, entre otros dirigentes, ha sido positiva, puesto que ha devuelto a ambas organizaciones una integración que ellas mismas no estaban en capacidad de darse. Por ejemplo, la entrada de Guido al local del partido blanco que lidera Miguel Vargas y el consiguiente recibimiento por una comisión de compañeros no debe ser visto como un triunfo o una derrota para nadie, sino como una ganancia de la democracia partidaria, con la “ayudita” que diera el TSE. Ahora, las corrientes e intereses dentro de las dos organizaciones, y en las otras, deben tomar el citado referente, para comenzar a trillar una cultura democrática, y vayan quedando atrás las prácticas de las trampas o el juego con las cartas marcadas (¿). El control, el orden y la disciplina son necesarios en los partidos, a ser ayudados por una ley, pero sin que esta violente nada o sea una camisa de fuerza (¿).

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