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¿Dónde rayos estaba Contraloría, Contrataciones y la Cámara de Cuentas ante la grosera corrupción en la OMSA?

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Juan Eduardo ThomasSanto Domingo

República Dominicana es tan especial que necesitamos de un asesinato grotesco para enterarnos que en una dependencia del Gobierno había un alarmante entramado de corrupción que dilapidó más de cinco mil millones de pesos en poco más de cuatro años.

Lo mismo que hoy nos pasa con la OMSA ya nos pasó con la OISOE: tuvo que producirse el suicidio de un arquitecto en un baño de la institución para que estallarán las alarmas. O en el CEA, donde dos locutores fueron asesinados en plena labor en San Pedro de Macorís.

Vamos entendiendo que para detectar la corrupción administrativa en el Estado dominicano “necesitamos” de un asesinato, o suicidio. Y en esa compresión debemos mirar la incompetencia de todas las instituciones de control y persecución de la corrupción en el país.

“Si grave era la existencia de un entramado de prácticas corruptas en una entidad de servicios, sólidamente instalado con la complicidad de altos funcionarios, familiares de estos y suplidores “premiados”, más lo es que la Unidad de Auditoría Interna de la Contraloría General de la República, como dice la auditoría de la Cámara de Cuentas, avalara estas operaciones”, señalaba el LISTIN en su nota editorial del pasado martes.

En la OMSA como en la OISOE o en el CEA fallaron las alertas. Las alarmas. Falló todo. Falló la fiscalización.

Nuestro problema es de fiscalización. Y puede que no sea que estén errando nuestros controles internos, sino que sencillamente no sirvan.

Solo eso podría explicar cómo rayos un funcionario público asignó miles de millones de pesos sin firmar medio papel como contrato, buena parte de ellos a empresas de funcionarios de la propia entidad que dirigía. Si nadie en el Estado, incluya usted aquí a Contrataciones Públicas, a la Contraloría General de la República y a la propia Cámara de Cuentas, tuvo alguna idea de la corruptela en la OMSA es porque vamos muy mal.

Si eso no es incompetencia pues sencillamente no se qué lo es.

La Cámara de Cuentas intervino la OMSA por el asesinato de Yuniol Ramírez, ocurrido en octubre del año 2017. Pero, dónde rayos estaba la Cámara de Cuentas antes que no pudo detectar el festín del dinero público como si se tratase de una finca privada.

En 2008 y 2010 se produjeron dos investigaciones similares a la OMSA, pero desde entonces nada más. Hasta que hubo un asesinato.

Ojalá esto sirva para entender la ingente necesidad de tener organismos realmente autónomos, con fortaleza financiera para investigar y supervisar a detalle las maniobras de los funcionarios públicos. Y sin ninguna atadura política. Al final del día, con dos suicidios, y tres asesinatos, nos queda preguntarnos quién está fiscalizado, realmente, el dinero público.

¿Entonces qué, fiscalizamos o seguimos esperando más asesinatos?