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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Los cruzados capturan Jerusalén

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

El cruzado Bohemundo de Tarento, autonombrado príncipe de Antioquía, le escribió al papa a finales del 1098: “Desde ese momento, ¿qué cosa más justa habría, pues, en el mundo que verte venir a ti, el padre, y el jefe de la religión cristiana, a la ciudad primera y capital del cristianismo y participar, tú también en esta guerra que es tuya?... Acaba, así, con nosotros el camino de Jesucristo que nosotros hemos iniciado y que tú has predicado: abre para nosotros las puertas de las dos Jerusalén, libera el Sepulcro del Señor y haz que el nombre de los cristianos sea exaltado por encima de cualquier otro. Si vienes a nosotros y si terminas con nosotros este camino que tú has iniciado, el mundo entero te obedecerá” (Flori, 2003, 338)

Ni Balduino ni Bohemundo emprendieron la marcha hacia Jerusalén, entretenidos en sus nuevas posesiones. Hizo falta organizar oportunamente varias “visiones” nocturnas y hallazgos de reliquias importantes para sacar a los soldados de su inmovilismo. Pedro Bartolomé propalaba sus visiones y en el momento más “conveniente” se encontró la santa lanza. Con esas certezas, los cruzados se pusieron en marcha. “La ayuda de los cristianos de Siria permite que se alcancen con rapidez los muros de Jerusalén” (Bresc, 2013:179).

El 15 de julio del1099, contra todo lo esperado, la primera cruzada conquistó Jerusalén luego de un asedio de seis semanas. “El ejército cristiano provocó un auténtico baño de sangre entre la población musulmana. El entusiasmo religioso se transformó en un lamentable asesinato masivo”. Los cascos de los caballos cruzados chapoteaban en sangre en algunas calles. Muchos cristianos de Jerusalén se salvaron: habían sido expulsados por el gobernador fatimí. Los judíos de Jerusalén lucharon al lado de los musulmanes defendiendo sus hogares. El Príncipe Tancredo pudo proteger en el templo por un rato a algunos musulmanes, pero ni eso les valió, también fueron masacrados. A pesar de las exageraciones del sanguinario triunfalismo cruzado, se capta con horrible certeza, que ni mujeres ni niños se salvaron de la terrible violencia. Bernard Hamilton, profesor emérito de Historia de las Cruzadas en la Universidad de Nottingham, escribió: “las situaciones de guerra prolongadas dan lugar a atrocidades de este calibre (2001, 25).

Amin Maalouf nos ha conservado la narración de la toma de Jerusalén de Ib al-Athir: “la población de la ciudad santa fue entregada a la espada, y los francos emplearon una semana en masacrar a los musulmanes. [Los francos] mataron más de 70,000 personas en la mesquita de al-Aq”. Maalouf nos ha conservado el relato de Ibn-al-Qal?nisi “quien nunca citó cifras que él mismo no pudiera confirmar, dijo: [los cruzados] mataron mucha gente. Los judíos se habían congregado en su sinagoga y los francos los quemaron vivos. También destruyeron los monumentos de los santos y la tumba de Abraham, paz a él”. (Amin Maalouf, The Crusades through Arab Eyes, 1985: 50).

Godofredo de Bouillón aceptó título de “defensor del Santo Sepulcro”. Se repararon los templos y se fabricaron imponentes castillos.

Para rabia de los bizantinos, llegarían a existir cuatro estados francos en Oriente: el reino de Jerusalén, el principado de Antioquia y los dos condados de Edesa y Trípoli. Todos estos territorios estaban protegidos por imponentes castillos.

En las tierras reconquistadas se sentirá la influencia de las ciudades costeras de Italia, especialmente: Pisa, Venecia, Génova y Amalfi. Se suele hablar de siete cruzadas, pero este número es arbitrario.

“La empresa de la cruzada había puesto en manos del papado la dirección de la cristiandad occidental”. Pero ahora los Papas tenían un lío más en sus manos.

(Basado en Jean Flori, La Guerra Santa. La formación de la idea de cruzada en el Occidente Cristiano, 338 y Friedrich Schragl, “Las Cruzadas” en Lenzenweger y otros, Historia de la Iglesia Católica, 1986, 354 - 356).

El autor es Profesor

Asociado de la PUCMM

mmaza@pucmm.edu.do

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