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Los aciertos de Leonel

El expresidente Leonel Fernández entregó “la sangre del cordero” en el 2015; aceptó el degüello fundamentándolo en una estrategia inteligente: evitar matar el PLD. En la historia política moderna desde Maquiavelo, Napoleón, Mao, Lenin y otros grandes líderes del mundo, les han echado un vistazo a El Arte de la Guerra del general, estratega y filósofo chino Sun Tzu, considerado el mejor libro de estrategia de todos los tiempos y libro de cabecera de líderes y estadistas como los citados precedentemente. No hay dudas que todo político que quiera aplicar con sabiduría el conocimiento de la naturaleza humana en los momentos de confrontación, lo habrá consultado. Una personalidad tan rigurosamente entregada a la lectura de los clásicos y contemporáneos más prestigiosos como lo es el expresidente, no podría ignorar manuales tan importantes para la formación de las élites políticas de hoy como el muy leído autor chino. No deja de influir en cualquier político que necesite entender el mejor conocimiento del sentimiento humano aprender de la tan vigente sabiduría del chino prodigioso que es Tzu aplicando su máxima de “la mejor victoria es vencer sin combatir y esa es la distinción entre el hombre prudente y el ignorante”. En todo lo que es el calendario político hasta el 2020 en el Partido de la Liberación Dominicana nadie está en capacidad de disputarle la candidatura presidencial al doctor Fernández porque lo que define el 2020 es precisamente lo sucedido en el 2016: “un tercer período genera tensiones”, y él se sometió a ello como señalamos en el artículo” “Guerra de Tronos en el PLD” (Listín Diario, pág. de opinión, jueves 25 de enero del 2018). Por tanto, no hay que combatir para alcanzar la victoria en su organización política, a menos que el hegemonismo pretenda despreciar la razón. He caminado por muchos pueblos y es una realidad la espera por Leonel, no solo en el peledeísmo, sino en reformistas, balagueristas, vinchistas, perredeístas, etc., no por preocupaciones de oportunismo o por logrerías prebendarias como podría argüirse, sino la desconexión misma del Gobierno con la comunidad política. El único funcionario que tiene cercanía y no con los políticos es el propio presidente Medina con sus visitas rurales. Eso crea una excitación en el propio partido y fuerzas políticas afines que perciben el Gobierno como aislado, con un funcionariado que se distancia, y todo político apuesta por recibir esa suerte de “soplo divino” que da un abrazo o una salutación presidencial. Si alguien tiene una idea clara de los ramalazos que deja esto es Leonel Fernández, que sabe cosechar adhesiones y voluntades políticas hijas de las desafecciones. Y es que nadie puede vivir sin esperanzas. Es un Leonel revivido, lo aprecié en su fecha de onomástico con aquella “procesión al señor de los milagros” en que se convirtió el evento social en actividad política, y si se obviare esto y se impulsare la personalísima idea de decir: “Yo soy el poder real”, “la esencia en su más pura destilación”; “aquí reside la garantía del triunfo”, “el perfume ideal”, le estaría abriendo espacio a una confrontación innecesaria y antihistórica. En el sentido más rústico de la política esto es “lilisismo” puro y simple. Por adecuar la Constitución para beneficio del imperante de turno, el continuismo y no la continuidad fulminó el liderazgo azul, y la deriva lógica fue la dictadura. La Historia a la callada se venga, y hoy le presenta el mismo escenario del 2012 al presidente Medina, en donde no sería prudente convertirse en un obstáculo histórico, y que Leonel por tener sentido de la historia no cometió el error de repetirse. No hay más remedio que hacer concesiones. No se puede hacer abstracción de las enseñanzas

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