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DAR EL EJEMPLO

El PRSC sí puede resurgir

Más allá del pesimismo que suele acompañar la vida de miles de ciudadanos, es indudable que en las últimas décadas nuestro país ha alcanzado niveles de desarrollo aceptables, que han sido fundamentales para sacarnos del anonimato en el que como Esta- do-Nación permanecimos durante mucho tiempo para gran parte del mundo. Ha sido un proceso interesante y de trascendencia histórica, fruto valioso de varias gestiones de Gobierno que con los vaivenes propios de quien detenta el poder han hecho importantes contribuciones para encarrilarnos por la ruta del progreso. Y seguiremos avanzando, hasta conseguir que cientos de miles de familias puedan superar marcadas condiciones de pobreza, injusticia social y desigualdad. Así será, porque los dominicanos hemos sabido emerger como un pueblo luchador y con voluntad férrea para ser cada vez más competitivo.

Para celebrar este objetivo, es menester, sin embargo, que las fuerzas políticas se recompongan, refl exionen el sentido pragmático de sus lineamientos y discutan de forma concienzuda hasta qué punto han sido capaces de satisfacer las expectativas de todo el conglomerado social.

Como reformista de corazón, que ama, defi ende, y que le duele el partido que nos legó el doctor Joaquín Balaguer, como un vehículo para ponerlo al servicio de la sociedad dominicana, entiendo que en esta nueva etapa de vida nacional, nuestra organización no puede seguir en la dimensión pasiva que en múltiples momentos ha puesto, incluso en peligro, su propia existencia.

No es cierto que en el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) ya no haya hombres y mujeres dispuestos a luchar por esta herencia que nos dejó Balaguer como principal legado. No es cierto que se nos acabó el tiempo de renovar nuestras estructuras, de refrescarlas y darle un nuevo rostro a nuestros propósitos esenciales.

El Partido Reformista sigue siendo una agrupación del pueblo y para el pueblo, porque así lo percibo en gente que espera de nosotros un resurgimiento, en el que seamos capaces de poner los intereses generales por encima de los individuales.

Pienso que conjugar la incuestionable experiencia administrativa y política de nuestros dirigentes, con una fi losofía político-partidaria cimentada en la apertura y participación, en nuevas propuestas, podemos volver a ser una opción real y sostenible de poder. Estoy plenamente segura de que sólo así podremos ser un contrapeso constructivo frente a quienes detentan el poder, discutiendo y sugiriendo solución en aspectos que impactan la vida de los ciudadanos.

El Partido Reformista tiene todas las condiciones para relanzarse, pero antes debemos poner sobre la mesa, demostrando capacidad de dialogar, las razones que han sido caldo de cultivo para nuestro letargo inmerecido.

Pero tenemos que hacerlo mirando a la sociedad, no de manera sectaria, para poder recuperar fortaleza.

Y con el cuello alzado y el pecho infl ado dar un “do de pecho” emitiendo un mensaje claro de que apostamos por una nación de paz y de bienestar para todos.

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