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El PLD y el despojo

El despojo es tan antiguo como la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción; y éste, sin lugar a dudas, ha venido acompañado de violencia dura y sangrienta. La tierra como fuente primaria para la obtención de alimentos en la etapa primitiva de la sociedad humana, fue el centro de atención para la codicia; luego lo serían la propia anatomía del hombre y su intrínseca fuerza de trabajo para lo que se requería la privación de la libertad y el consecuente proceso de esclavitud.

El despojo fue adquiriendo diversidad en la medida en que el animal más aventajado del globo terráqueo comenzaba a dominar la tierra para ponerla al servicio de su subsistencia y comodidad. Así, al conocerse que el subsuelo estaba preñado de elementos que, por su utilidad para la generación de bienestar, se convertían en imprescindibles para el consumo, y por tanto se forraban de un valor que se colocaba a la misma altura de la demanda, la acción despojadora crecía en ambición y tamaño. El hombre a su paso por la vida y las distintas civilizaciones distribuyó su voracidad en el menú que le ofertaba la creciente oportunidad de despojo, volviéndose tan creativo que alcanzó desde la plusvalía hasta el robo del mismísimo pensamiento; lo físico y lo abstracto se convirtieron en diana por igual, y ya ni siquiera por las razones de subsistencia que movieron a aquel ser primitivo que buscaba comida y techo para que el hambre o la intemperie no los matara, sino por el mórbido apetito de la acumulación.

Pero las modalidades de despojo trajeron siempre reacciones en tamaño y forma parecidas a éste. De ahí la rebelión de campesinos por recuperar sus tierras, de los esclavos para recobrar la libertad, de los obreros para reclamar parte de las riquezas que producen y se les quita; en fin, levantamientos motivados en la justicia, no en un inexistente resentimiento que inventan los protagonistas y creadores de los guiones para el hurto con el objetivo de descalificar estas luchas, casi siempre en condiciones desventajosas, pero que se coronan con la victoria debido a la tenacidad, la perseverancia y la resistencia.

El mutante y multiforme despojo fue asomando al Partido de la Liberación Dominicana, en principio de forma sutil, pero a medida que pasó el tiempo y las reacciones naturales no se produjeron, avanzó de forma descarada y, al contactar la sumisión, comenzó a mostrar el talante desafiante: los portaviones, tanques de guerra, el napalm, los misiles con ojivas nucleares, mientras el estupro creaba abrasiones sangrantes sin un grito o mugido protestante.

Ahora los despojadores partidarios, ante el asomo de levantamientos para enfrentar el despojo, procuran nuestro silencio y desarme total, pretendiendo que olvidemos que cuando el PLD era un desolador erial nos convertimos en yunteros, en parte del sol y la tierra que debíamos convertir en fértil para que en un futuro cercano alumbrara pan para todo el pueblo, no plata para el banquete que ofende la pobreza, no oro para defecarse en la memoria de Juan Bosch y el sacrificio de hombres y mujeres que ladrillo a ladrillo creyeron construir el instrumento que desde el Estado dirigido por ellos y los resortes materiales de sus utopías, debían producir las transformaciones necesarias para construir la prosperidad colectiva.

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