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ORLANDO DICE

La Ley de Partidos

NADITA DE NADA.- Pasó la semana y no se supo nada de la Ley de Partidos que no fuera la rueda de prensa y el documento del llamado Bloque Opositor, el cual irá hoy a la Junta Central Electoral a llevar copia y a conocer su ánimo respecto a diligencias adicionales de mediación. No se informó nada de que el presidente del Senado, Reinaldo Pared, se reuniera con su homólogo de la Cámara de Diputados, Rubén Maldonado, y discutieran el método que aplicarán. Si comisión bicameral de nuevo o cada cual irá por su lado, nombrando una ad hoc o mandando el proyecto a la correspondiente. Cuando el asunto es de urgencia se recurre a una comisión conjunta como una manera de ganar tiempo. Con el Presupuesto, por ejemplo. La decisión que se tome mandará el primer mensaje. Dirá si arrancará con el acelerador a mil, o despacio como se condujera frente a una escuela, e incluso con la emergencia a manos, por si acaso o excesiva prudencia. Aunque cabe la posibilidad de que se espere la rendición de cuentas del Presidente, y ver si en su discurso hace suyo el tema. Suena raro, pero más de un partido pide que asuma como árbitro y propicie un entendimiento entre todas las fuerzas políticas del país. La tan traída y llevada cumbre...

SI NO, TAMPOCO.- Se supone que al PLD quitarse de encima la carga de la Ley de Partidos y “dejar en libertad” a sus senadores y diputados, está marcando una pauta que los demás sectores, políticos y sociales, debieran acoger como norma entre iguales. Si el partido de gobierno no decide motu proprio ni impone su voluntad, las organizaciones de oposición deben cuidarse de influir más allá de lo debido. No es verdad que el PLD va a dejar la cancha para que la ocupen sus oponentes. Eso se ve de cerca y de lejos. El pronunciamiento de la semana pasada sobró y por igual la solicitud para que la Junta Central Electoral haga más de lo propio. Ese entendimiento de que se habla fue promovido por el organismo en la reunión conjunta con los presidentes de partidos, y hasta puede aventurarse que las próximas lluvias serían resultado de ese nublado. Más de ahí no puede hacer, y menos dejarse usar como arma contra el PLD, cuyo predominio en las cámaras es innegable, pero se aclara que no suficiente. En el quórum o la votación estaría la clave, y sin duda un real peligro si el ánimo fuera de celada. Los números no dan, pero sí dan cuando se acotejan, y las partes querrán acotejarlos según sus intereses. Esa es una vieja discusión en que más vale la habilidad (o la maña) que el texto de los reglamentos...

SUTILEZAS Y PELIGROS.- Existen otros peligros, pero dependerán de sutilezas y provocaciones. La idea es que los senadores y diputados del PLD actúen según su libre albedrío y dejen de ser perritos falderos del comité Político. Lo de las tendencias también estaría por verse, y de expresarse sería en el controvertido punto de las primarias, si abiertas o cerradas, que dejado fuera eliminaría la discordia. Ahora, si los partidos de oposición forman un frente, creyendo que las diferencias entre peledeístas crean condiciones favorables a su causa ¿persistirá el encono y el fervor de grupo será superior a la conciencia de partido? Habrá que ver la situación cuando llegue, pero se hace cuesta arriba que la torpeza sea tanta que lleve a la perdición. Ese voto dividido o fragmentado por rivalidades internas no luce que esté en la agenda de los legisladores que siguen a Leonel Fernández y a Danilo Medina. Incluso no se siente, ni se entrevé, y menos se aprecia que ese sea el espíritu de los peledeístas en una circunstancia tan crucial, como la del conocimiento y aprobación de la Ley de Partidos. La inquina es fuerte, pero no tanta para empeñarse en una aventura en la que nadie gana y todos pierden. En el PLD podría no haber consenso, pero sí intereses, y en política, hasta ahora, de los intereses sale el mejor combustible...

EN EL CAMINO.- La Ley de Partidos, con todo y que haya logrado salirse de debajo de la patana del comité Político, es un escenario que recrea de manera admirable la inteligencia de los agentes políticos. Una gran prueba en la que cada patrocinador, gobierno, oposición o grupos deberán demostrar sus habilidades, utilizar sus garras y conseguir el mejor resultado. La legislación debiera ser lo primero, pero no lo será, puesto de haberlo sido, no habría dado lugar a tanta idas y vueltas desde el principio. No tengo la menor duda de que si al final se llena el cometido, y los dos proyectos son aprobados, habrá lo de siempre: no se tendrá como una obra común, sino que una parte denunciará, o se desligará o se declarará víctima. Aunque podría tener un significado importante, una experiencia a tener en cuenta. La de un entendimiento sin mediación. O el imperio nuevo de la soberanía de las cámaras, si cada cual hace su tarea. Se pensó que los legisladores (senadores y diputados) no tenían capacidad para ejercer su competencia, y que convenía echarles la comida en la boca, y después que se les echará, moverles la quijada. Como en otras tantas situaciones y circunstancias. Ahora harían el trabajo sin tutoría e influencia extrañas. Falta mucho para llegar, pero ya están en el camino...

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