TECLAZOS

La necesidad de estar en redes sociales

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Juan Eduardo ThomasSanto Domingo

Ya no es una opción estar en las redes sociales para informar e informarnos. Es que los demás actores del proceso noticioso están ahí, en ellas, e informan al segundo de lo que pasa.

Ahí está parte de la vida, de la actualidad que debemos contar, y por esa misma razón necesita de cobertura. Surge, en ocasiones, el argumento de que no toda la población tiene acceso a ellas, que no posee cuentas en estas nuevas plataformas o que ni siquiera las conoce. Es cierto, muy en realidad. Pero lo es también que allí suceden cosas que en cierta forma cuentan cómo va la sociedad, que nos encaminan a conocer al menos a uno de sus segmentos.

Los últimos meses o años han hecho común que algunos noticiarios de televisión compartan uno que otro tuit, seleccionado por demás, para aparecer en sus emisiones. Lo malo de esto es que no dejan de ser opiniones aisladas sobre un tema equis.

Para el proceso y la responsabilidad que nos ocupa, Twitter tiene una de las mejores herramientas que puede usar un reportero en sus historias: las tendencias. Esa partecita de la red de “microbloguin” es la que en verdad tiene un valor importantísimo. Lo digo porque es la que contabiliza los mensajes y los coloca en posiciones jerárquicas en función de la cantidad de comentarios que han generado, y los impactos producidos.

Es la oportunidad perfecta para conocer cuántas personas están hablando de un tema, para conocer de qué habla una parte del país. Por tonto que parezcan los 10 temas que allí se resumen, cobran importancia al ser conscientes de que equis número de usuarios han hablado sobre ello, y que un número superior, incluso, pudo haber visto los mensajes, es decir, ser alcanzados o impactados por ellos. Eso en términos noticiosos tiene valor de primera porque, por ocasión número uno, los reporteros pueden contar con una herramienta que les diga qué tanto preocupa, o no, algún tema a los ciudadanos. Con evaluación diaria, sin necesidad de esperar estudios de opinión que, aunque son más profundos y exactos, requieren de mayor tiempo para su producción.

¿Qué no es representativo de la sociedad? Es posible, pero antes teníamos mucho menos que eso, por no decir que nada, y aun así nos atrevíamos a decir que todo un país estaba hablando o preocupado por algo. Es que, a falta de investigaciones científicas de opinión pública instantáneas, las mediciones de opiniones en Twitter me parecen la mejor opción a mano para ver de qué habla un pueblo o una sociedad equis.

Esto amplia valor cuando sabemos que podemos decirle a Twitter que queremos ver las tendencias de todo el país, o de una determinada provincia o ciudad. Podemos acercarnos más a lo que la gente dice. Por primera vez en la vida no dependemos de nuestros círculos para orientarnos de qué temas preocupan a nuestros conciudadanos.

Conscientes debemos ser que determinados sectores suelen aprovechar esta plataforma para promocionarse. Si usted pensó en políticos nosotros también. No los excluya. Incluso ellos pueden darle una buena historia de las “maquinarias” que montan para sus proyectos, o cuántos en realidad no existen.

Por ahora un medio de comunicación genera infinidad de comentarios, apreciaciones o interacciones de los usuarios que les siguen y comentan en sus cuentas de redes sociales. Lo cierto es que Twitter, por ejemplo, también Instagram, producen millares de mensajes cada día y hasta ahora solo se ha podido medir dos cosas: cuántos escribieron de un determinado tema y a cuántos pudo haber llegado.

El futuro es la decodificación de esos mensajes. Será la métrica de cuántos de esos mensajes fueron a favor o en contra de algún personaje; podría llegar a nuestras manos una interpretación de toda esa información y cuando eso ocurra, entonces, se podrán ver mucho mejor las tendencias, y podremos partir de ellas para estudiar a detalle un segmento de la opinión pública. Ya existen empresas que trabajan en esta área, lo que resta es que esa posibilidad llegue a manos de todos con herramientas, quizá, proporcionadas por las mismas redes que han creado las grandes plataformas.

Los periodistas deben informar a través de ellas, deben producir contenidos y ponerles el ojo para informarse, incluso. Pasa que como parte de la sociedad ha cambiado, entonces buena parte de los actores de la vida nacional se encuentran allí opinando de casos y cosas, fijando posición ante temas importantes.

Pasa que los demás actores del proceso comunicacional sí están en ellas y sí están escribiendo las cosas que pasan cada día. El punto aquí es que esos otros actores del proceso no están, necesariamente, haciendo un uso informativo riguroso del proceso, en ocasiones porque son parte interesada y prefieren perfilar sus informaciones con ciertos matices o direcciones, mal dirigiendo a la audiencia, y en otras porque no tienen la formación que se les supone a los periodistas, capaces de poner en contexto y perspectiva los hechos.

Entonces el periodista, reportero, tiene una desventaja cuando no participa de ese nuevo proceso informativo que se está dando. Quizá porque no entiende el valor que hay en ello. Me refiero a que si no lo hace él, es muy probable que otro en el lugar o evento se tome el tiempo para hacerlo.

Un reportero debe tener claro que sobre su especialidad, sobre su fuente informativa, o en algún hecho fortuito, surgido sin previsión y que le ha sido asignado, no debe haber alguien que sepa más que él. Al menos eso debe proponerse, salvo, claro está, de los actores principales del proceso. Yo veo las redes sociales para periodistas como una especie de bitácora de sus fuentes, ampliando sus historias, adelantándolas, explicándolas y poniéndolas en contexto. Poniendo, quizá, esa opinión de conocimiento y dominio de los temas que tanta falta hace en las redes.

La idea es que pueda, incluso, servir sus cuentas como una especie de consultorio inmediato ante dudas y precisiones, donde el reportero actualice y amplíe, pero también pueda entrar en conversación y consulta con sus seguidores.