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El dedo en el gatillo

La "farándula" y la "fama"

Me decía Patricio Wood hace 32 años que le resultaba muy difícil descubrir a quién admiraba el público al salir de la escena: o a él o a los personajes que encarnaba.

En esa ocasión me confesó qua eso no les preocupaba a muchos actores, pero a él, sí.

Patricio, hijo de Salvador Wood, uno de los grandes de la historia del cine cubano, me aseguró que la fama podía hacer mucho bien o mucho daño si no se podía manejar.

Ese dilema tan importante que en 1986 le preocupaba al entonces joven galán de la Mayor de las Antillas, continúa aun rondando de manera invisible, sin que la mayoría de nuestros artistas lo reconozcan porque se entronca con la educación y los objetivos profesionales de cada uno.

Se les llama “famosos” a los actores populares no por su inteligencia o sabiduría, sino porque en resumidas cuentas son instrumentos comerciales explotados por las grandes empresas de televisión o cine que los repiten una y otra vez en la gran o en la pequeña pantalla. Ellos son más famosos que los escritores, los artistas visuales e intelectuales, quienes viven leyendo, estudiando y creando un tipo de pensamiento que no se ajusta a los intereses comerciales de las grandes empresas. Por así decirlo: “no venden” … “siempre dejan pérdidas y crean problemas”.

Por eso vemos siempre a los verdaderos escritores, intelectuales y sabios en bajo perfil, escondidos de las multitudes, evitando contactos inoportunos con las grandes figuras de la farandula, mientras que, por el contrario, esas “figuras” de la televisión y el cine, a quienes no les preocupa para nada el bien o el mal que pueden hacer con sus popularidades respectivas a la sociedad donde viven, campean por sus respetos y reciben todos los honores del mundo.

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