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PUNTO DE MIRA

Inseguridad y trumpada de USA

La política nos enseña a ver detrás de las palabras. Es un ejercicio continuo la búsqueda de la esencia de las cosas que no están, precisamente, a la vista de los ojos humanos. Hay que meditar, deducir, analizar. La conjetura se plasma luego de la abstracción que en muchos casos viene en medio de mucho ruido intelectual. Este prolegómeno viene debido a la advertencia que a los ciudadanos que quieren visitarnos hace el gobierno norteamericano. Sin aparente razón se advierte a los turistas que tengan cuidado con viajar a República Dominicana. Estarían en peligro por la inseguridad ciudadana. Un señalamiento de este tipo se inserta dentro de un esquema de protección generalizado.

Cada nación tiene el deber y el derecho de trazar pautas y señalizar las rutas de sus nacionales cuando eligen viajar por el mundo. A veces es miedo extremo y en otros casos se pueden califi car de ardites políticos para presionar.

Entre los puntos turísticos que visitan los norteamericanos no se puede decir que nuestro país sea de los más riesgosos. México, por ejemplo, que es vecino y de grandes atractivos tiene una mayor tasa de violencia y delincuencia y sin embargo, no se publicitan advertencias como la que ahora se observa contra la República Dominicana. A nadie se le puede ocultar que la falta de seguridad es uno de los temas que tiene el gobierno por resolver. Hay un raterismo que en ocasiones ha desbordado los barrios marginales para asolar el polígono central. Diversos programas de control se han montado sin resultados categóricos. La objeción a la efectividad permea la conciencia de las autoridades.

El gobierno ha unidos fuerzas represivas y desplegados operativos por las grandes ciudades, pero el malevaje continúa operando. Muchos factores se atribuyen al crecimiento de esta delincuencia. Desde policías corruptos hasta el aumento del número de deportados de Estados Unidos ingresan como variables. La realidad es pura y siempre: hay una proliferación de maleantes que atemorizan a los ciudadanos. Sin embargo, esta realidad no está presente en el litoral turístico. En nuestros polos de negocios para visitantes la seguridad es altísima. Y precisamente allí es donde recalan los viajeros en plan de vacaciones.

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