Mal alumno

Un buen alumno se reconoce cuando pone su empeño en seguir fielmente las enseñanzas de su maestro, sin retorcer los principios que le son presentados y participando con honestidad en las actividades programadas. En fin, el buen alumno es un referente académico que ayuda al docente a desarrollar la materia impartida con la profundidad que se requiere.

De esta manera, encontramos un fuerte componente emocional entre el docente y el alumno, que produce una especie de dependencia afectiva. Pero ocurre, que esa dependencia, en ocasiones, es extremadamente delicada, porque el que recibe la enseñanza, trata de emular al que enseña, pero desvirtuando lo que ha aprendido.

Esta experiencia la ‘’vivió’’ un profesor, que hizo su mejor esfuerzo para que un estudiante aprovechara su ética profesional, pero el buen alumno se convirtió en un mal alumno, cuando decidió hacer todo lo contrario de lo que se le había enseñado.

En otras palabras, el referente moral del profesor no fue un freno para que el alumno desatara una ofensiva demoledora en el ámbito de la mentira el transfuguismo, la mezquindad, el engaño, la traición y el arribismo y por si fuera poco, un comportamiento que emula al ladino perfecto. Pero no conforme con estas actitudes, decidió perseguir a su profesor, tratando de indisponerlo y segregarlo de gentes e instituciones donde había permanecido durante muchos años.

Con una saña disimulada, sus bajos instintos, un timbre de voz mefistofélica, con un falsete característico, daba testimonio en distintos foros de su respeto y amor hacia su mentor y profesor a quien confesaba querer como un padre. Lo increíble en esta historia, es la ‘’conversión’’ de este alumno, que hasta se ha inscrito en un grupo profesando una fe que no practica.