PLD, PRM y la renovación

Mucha gente confunde la renovación con el cambio generacional. Piensan que la modernización partidaria es una simple sustitución del hardware: caja con olor a cartón fresco, plástico bruñido y manual con la sola instrucción de encendido. La “hojilla” con poca literatura para instruir al usuario muestra la pobreza de un software sin la capacidad para ejercer las complejas tareas que se derivan de las luchas políticas que se alimentan de la dinámica de la sociedad.

La edad no es un mérito, es una condición biológica, y ésta no puede ser aval para reclamar espacios de liderazgo, porque éste se construye sobre la base del trabajo y la instrucción, una combinación necesaria que abre puertas y permite avanzar hacia la conquista de espacios en medio de las refriegas políticas que se desprenden de las luchas de intereses, muchas veces bien encaminadas por las de clases o sectores de clases, o mal enrumbadas por las personales, siempre contaminadas por los golpes bajos, las tomas de atajos, la construcción de diques y toda suerte de desdibujamiento de la confrontación “sana”.

La renovación no puede ser una cuota, no puede estar basada en discriminación positiva o negativa; ella tiene que partir necesariamente de proyectos ideológicos orientados hacia la conducción de la sociedad, o, lo que es lo mismo, hacia la defi nición de una administración del Estado que parta de los preceptos que dan contenido a una visión de país que debería abarcar un modelo económico, social y político que vaya de la mano de los cambios que va generando la Humanidad en su constante afán de estudiar la naturaleza para conocerla, dominarla y ponerla a su servicio.

Tener claro lo expuesto es hacer conciencia de que la infeliz ecuación de quitar a unos para poner a otros, es levantar la bandera del oportunismo político y banalizar el ejercicio de una actividad ligada al futuro y presente de la gente, a la construcción del bienestar de los ciudadanos. Es algo que va más allá del narcisismo. Es demasiado serio para pensar que una aspiración interna abre el camino para el ascenso social que puede desembocar en mejoría económica.

La política no se debe asumir como proyecto individual, para eso existen actividades profesionales que pueden redituar benefi cios particulares sin que se contamine a la sociedad con las acciones egoístas del individualismo. Las formaciones políticas son proyectos colectivos que deben responder a intereses colectivos, sean estos de las grandes mayorías como en el caso de las progresistas o en de las minorías como toca a los conservadores. Viendo así las cosas, en nuestros partidos hay software de la primera generación de ordenadores incapaces de procesar las complejas ecuaciones de la sociedad actual, aunque los hay (los menos) bastante actualizados, pero también hay muchos hardware de reciente diseño incapaces de soportar un programa por el diminuto tamaño de su menoría o cerebro.

El Partido Revolucionario Moderno (PRM) ha llamado a la renovación; los hojaldres están listos para la competencia que busca cambiar la planilla dirigencial, que no el liderazgo, dividido en dos. Hardware nuevos con buenos y malos programas de software compiten entre sí y contra hardware y software viejos y desfasados. En el Partido de la Liberación Dominicana, mientras tanto, sigue el dique: hardware y software descontinuados frenan el ascenso de los hardware y software nuevos y renovados.