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ORLANDO DICE

Dirigencia del PRM

LA EXPERIENCIA, LA HISTORIA.- La gente del PRM de ahora que fue del PRD de antes, sabe como nadie para qué sirve un presidente de partido y un secretario general. José Francisco Peña Gómez fue secretario general, y lo fue todo, aun cuando había un presidente que se suponía superior. El propio Peña Gómez fue presidente del PRD y eso no impidió que fuera derrotado cuando intentó ser candidato la primera vez. Hatuey Decamps fue por igual secretario general, y después presidente del partido, y tuvo que irse y fundar una nueva organización. La presidencia del partido y la secretaría general sirve para mucho e igual para nada. La experiencia, el registro histórico, así lo establecen. De manera que no hay que volverse loco, ni hacer cosas indebidas para alcanzar la posición. Hipólito Mejía y Luis Abinader pueden querer controlar uno u otro cargo, pero lo importante es que se controlen a sí mismos y dejen la democracia fluir. Ninguno que gane la presidencia del partido o la secretaría general podrá atajar suficiente para que su líder sea candidato a la presidencia. Sea ahora en el 2020 o más adelante...

ELLOS POR SÍ MISMOS.- La experiencia de Andrés Bautista y Jesús -Chu- Vásquez pondrá a prueba la disyuntiva, pues ambos ocuparon la presidencia del partido y la secretaría general e intentan repetir. Si ser presidente del partido sirve para algo, Bautista debe ganar la partida, aun cuando tenga en la acera de enfrente a las dos principales tendencias. Igual Vásquez. Si ellos no pueden atajar para sí mismos, tampoco sus sucesores podrán hacer mucho por la causa de sus líderes. En un principio se manejó la posibilidad de congelar la presidencia del partido y la secretaría general, de que les fuera renovado el mandato a Bautista y a Vásquez. Pero no era porque lo habían hecho bien o servían mejor que otros los intereses de sus promotores. Lo que querían era evitar la lucha, la confrontación, ya que suponían que sería entre ellos, Hipólito Mejía y Luis Abinader. Temían que el PRM se desgarrara por cargos subalternos, que el partido se fuera por el sumidero. Los perredeístas ahora perremeístas saben por experiencia propia lo que significa soltar los caballos, de desatar los demonios que cada cual lleva dentro. Como Mejía y Abinader se sentían cómodos con Bautista y Vásquez, y teniendo a la vista el panal, no quisieron alborotar las avispas. La democracia, sin embargo, hizo la tarea...

A MITAD DE CAMINO.- La pregunta más estratégica ¿llegarán hasta el final todos los candidatos o algunos declinarán a favor de otro dentro de una tendencia? Lo usual, lo normal. Aunque en la ocasión no puede esperarse mucho, pues la campaña es corta, muy corta, y el aspirante que no arranque con buenas alas deberá resignarse temprano. Su vuelo será bajo y menudo el alcance. Los actos hablarán por sí solos. Si mucha o poca gente, aunque no debe descuidarse el aspecto de los recursos. Un candidato con mucho dinero puede dar una impresión equivocada, además de que la percepción nunca se corresponde con la realidad. Como conciliar impresión, percepción y realidad. No se conoce hasta ahora que otros pretendientes se hayan acercado o hecho consenso como José Paliza y Carolina Mejía. Y hay espacio y oportunidad. Candidatos a presidente del partido pueden asociarse con aspirantes a secretario general. Entre compañeros todas las fórmulas son posibles, y como se presentan las situaciones nadie solo podrá llenar el cometido. Alcanzar la meta. Las expectativas son muchas y dependerá de la inteligencia emocional de los involucrados. Aunque por igual que se dejen fuera las mañas del pasado, una de las cuales era exigir compensación...

PLANES DE DECLINACIÓN.- Los aspirantes que sean inteligentes deberán tener un plan A, pero igual un B, y de ser posible el C que salva y resguarda intereses. De entrada no debe expresarse vocación negociadora, pues el tiempo pide tiempo, pero tampoco puede caerse en posición irreductible y negarse a entendimiento. Ninguno lo dice públicamente, pero sí en conversaciones privadas, entre compañeros y amigos: “Yo no apoyo a nadie, el que quiera que me apoye a mí ”. Aunque hay trances fáciles de resolver. El aspirante que no esté dispuesto a respaldar a otro con mejores posibilidades, sabe a lo que se atiene. Que no espere endoso, y la consigna es simple: Lo que va, viene. Las encuestas que todavía no se hacen, como señalaba ayer, serán decisivas al respecto. Los propios jefes de tendencia que harán las mediciones sabrán cómo juegan con los números. Tenerlos es una cosa y usarlos otra muy distinta. No es fácil decirle a uno que se cree la última soda del desierto que los porcentajes son tan bajos que lo prudente sería retirarse. Pero mucho menos aconsejarle o instarle u ordenarle que se sume a la causa del oponente que lleva gabela o tiene más aprecio en el grupo. No es lo mismo tener una carta buena que virarla en la mesa. Las amarguras salen a camino...

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