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EN LONTANANZA

Charles de Gaulle y la Unión Europea

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Henry Mejía OviedoSanto Domingo

En tiempos de marea alta del euroescepticismo, y cuando el viejo continente descansaba en paz tras siglos de sangrientos conflictos, enemistades terribles y dos guerras mundiales, ciertas fuerzas desintegradoras vuelven a alzarse para arrojar nuevas sombras sobre conflictos viejos. El peligro no es para ser ignorado.

La aprobación en un referéndum de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea, proceso conocido como Brexit, el auge de nacionalismos estrechos y de vocación arcaica, y muy especialmente, el problema migratorio, los efectos del terrorismo, la crisis económica y fi nanciera mundial, la globalización mal entendida y egoístamente administrada, las olas indetenibles de refugiados que huyen del hambre y la guerra, sumado al renacimiento de la xenofobia, la ultraderecha fi lofascista y la demagogia populista, son todos luces de alarma encendidas en la apacible noche del estado de bienestar europeo que se derrumba.

Son tiempos de desintegración, que, de no ser atajados a tiempo, provocarán a la corta o a la larga las alineaciones nacionales de antaño, el resurgimiento de las enemistades bilaterales y los agravios ancestrales por cobrar, o dicho resumidamente, la liberación del fantasma de las guerras y los enfrentamientos, conjurado por décadas de paz y bienestar logradas bajo la égida de la Unión Europea. Es hora, en consecuencia, de traer de vuelta a los gigantes que hicieron posible que, de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, no surgiese un nuevo ciclo de confl ictos, sino una vocación de paz y convivencia integradora, que perdura hasta el presente.

Uno de aquellos gigantes lo fue el general Charles André Joseph Marie de Gaulle, nacido en Lille, el 22 de noviembre de 1890 y fallecido en Colombey-les-Deux Églesies, el 9 de noviembre de 1970, promotor de la reconciliación franco-alemana y del proceso de construcción de la Unión Europea. Capitán durante la Primera Guerra Mundial, fue apresado y herido en varias ocasiones. Entre 1937 y 1940 fue secretario del Consejo de Defensa Nacional. Cuando el gobierno francés se rindió ante el avance nazi, durante la Segunda Guerra Mundial, se exilió en Londres y fundó la organización Francia Libre, luchando contra el gobierno títere de Vichy, desde las colonias y en la resistencia. Expulsados los nazis y liberado el país, es proclamado presidente provisional hasta 1946.

En medio de la gran crisis derivada de la guerra por la independencia de Argelia, asumió como primer ministro el 1 de junio de 1958, procediendo a la creación de la V República. Ese mismo año es electo presidente, cargo que ocupará desde el 8 de enero de 1959 hasta el 28 de abril de 1969. Patriota y de fi rme personalidad, defensor de la soberanía francesa, retiró a su país de la OTAN y se negó a convertir en dólares las reservas en oro francesas. Con la independencia de Argelia, proclamada en julio de 1962, reorientó la política exterior del país alejándolo de planes neocolonialistas y centrándolo en la construcción de una Europa integrada y pacífi ca. Para ello, el 22 de enero de 1963, junto a Konrad Adenauer, canciller alemán, fi rmó el Tratado del Eliseo, contentivo de la reconciliación defi nitiva entre Alemania y Francia. Sin este paso, el sueño de la integración europea jamás hubiese sido posible.

Europa vive momentos difíciles, pero alumbran su futuro gigante como De Gaulle. “El carácter es la virtud de los tiempos difíciles”, expresó un día.

Como si lo hubiese dejado dicho para el presente.

El autor es Presidente Ateneo Dominicano Miembro Titular JCE

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