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ORLANDO DICE

El domiciliario habla

En Perú hubo que voltear la política e indultar a Alberto Fujimori, y todo porque Odebrecht se metió en el medio y por boca del domiciliario Marcelo Odebrecht.

Como hay que suponer, su palabra ahora es ley en el ámbito de una justicia que se sustenta en delaciones, filtraciones y perversidades. Fuera de la cárcel, y ya en su casa, habla hasta por los codos y se constituye en ángel vengador, y todavía más, se dedica a desestabilizar gobiernos o a poner en apuros a políticos de países cercanos. Al decir que la constructora dio fondos a todos los gobernantes y candidatos peruanos, los últimos gobernantes y candidatos del Perú resultan sospechosos y sujetos de investigación. A Pedro Pablo Kuczynski, como sucede siempre, se le había olvidado que fue ministro de una administración anterior y que una empresa suya fue contratada por Odebrecht cuando el actual escándalo continental ni se soñaba. El pasado tiene de malo que cuando recapitula no se le salva nadie y se comporta de manera inmisericorde. Kuczynski, al que se creía puro y se eligió por honesto, quedó en evidencia y vivió la dura pesadilla de que su mandato se fuera a pique…

DIFÍCIL COMETIDO.- Marcelo Odebrecht no hace como otros en situación de arrepentimiento, que se guardan sus rencores, se dedican al estudio de la Biblia y esperan del Cielo lo que no conseguirán en la tierra. Todo lo contrario. Su testimonio se convierte en el fiel de la balanza, y las fiscalías de los países involucrados acuden a su fuente para preparar o sustentar expedientes. Solo que a sus revelaciones les falla la memoria y se quedan a medias. Nada firme y específico que permita acciones en justicia y da la impresión de que habla de oídas.

Aún cuando era jefe de la empresa y se suponía al tanto de sus operaciones. El expresidente Alan García se basta a sí mismo en su defensa usando las imprecisas palabras del domiciliario brasileño. La propia Keiko Fujimori le saca cuerpo a la acusación; habrá que ver con qué saldrá la fiscalía después que fuera interrogada casi al mismo tiempo que Pedro Pablo Kuczynski.

Que no es el caso de Alejandro Toledo, que anda huyendo, o de Ollanta Humala, encarcelado. La justicia por tanto tendrá que vérsela con la política, y en la nueva situación de socios de Fujimori y Kuczynski, difícilmente pueda llenar su cometido…

POLÍTICA ENCUBRIDORA.- Los incrédulos, escépticos y desesperados se preguntan por qué el ministerio público dominicano no juega la baza de Marcelo Odebrecht, ante lo que consideran un expediente pobre, precario, difícil de alcanzar justicia. Sin embargo, olvidan que la Procuraduría General de la República hizo diligencias directas y personales con las autoridades brasileñas, a más de un nivel, y que, después de mucho pedir y más esperar consiguió migajas del interrogatorio que se les hiciera a los gerentes de la empresa. Lo que vino de Brasil es menos que lo que se averiguó en el país, usando medios que no fueron los más apropiados, según el alegato de los afectados, o de sus abogados, pero que era lo único posible. Los gerentes de Odebrecht fueron tan imprecisos como su hasta hace poco superior, y esa inconsistencia se hace sospechosa y da para pensar que fue una consigna. Una decisión tomada de decir lo menos y –por igual-- una línea bajada a los subordinados.

Mientras más escasa sea la información, más insuficientes serán los procesos, y la empresa, que aspira a sobrevivir la actual tormenta, será considerada confiable, ya que protegió a sus socios en el extranjero. Incluso es posible que Marcelo Odebrecht, hablando de más, afecte esa política encubridora…

LA TERCERA HORA.- El hecho de que el gobierno dominicano mantuviera tratos con Odebrecht en la construcción de las plantas de Punta Catalina, lo convirtió en el objetivo principal de los grupos de lucha contra la corrupción y la impunidad. Los procesados dejaron de ser importantes, y la verdad que nadie se hace ilusiones con el juicio del 18 de febrero. El inconveniente no es moral, sino político. Contrario a otros países, Odebrecht no pudo usarse como armas de un partido contra otro, pues entre los involucrados figuran dirigentes de los sectores políticos más influyentes y decisivos. Del gobierno y de la oposición.

Ninguno quiere afilar cuchilla que pueda usarse contra su garganta.

Tampoco escupir hacia arriba por temor de que la saliva le caiga en la cara. Lo que se tiene acordado es aguantar lo que se pueda y ver cómo el proceso se descarrila por sus propios medios y la política empareja la carga. Los tambores del 2020 están sonando y el mensaje se pasa de claro, ya que se refuerza con señales de humo. Con razón algunos se envalentonan y denuncian, y demandan, casi en la víspera del juicio de fondo, de manera que el ministerio sienta la presión y se vea ante la dura realidad de la conjura de los encartados. La sumisión de la primera hora no se repetirá en la que vendría ser la tercera…

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