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Porque la amo

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Yvelisse Prats-Ramírez de PérezSanto Domingo

Amo a la UASD. Esta expresión puede parecerle cursi a la cohorte posmoderna presa de la anomia afectiva y el escepticismo, pero yo la pronuncio y la escribo, sustentada en más de medio siglo demostrando ese amor ocupándome de la UASD.

Ingresé a mi Alma Mater en 1965, soy parte de un conjunto de profesionales comprometidos, satanizados como extremistas por quienes ejercían el poder en la Academia y en el país.

Al Movimiento le debo mi larga carrera como académica; en especial, a Andrés María Aybar y a Hugo Tolentino, que fueron sus principales gestores.

El Movimiento Renovador, que abrió las puertas de la UASD a la democracia, fue fruto de la Revolución de Abril de 1965. En medio de la pólvora y el asedio de las tropas foráneas, en el Ministerio de Educación del gobierno en armas se incubó una reforma educativa cónsona con los ideales de la Revolución.

Esa Revolución no triunfó a nivel nacional, pero sí pudo atrincherarse en la UASD. El Movimiento Renovador, implementó en la Academia la reforma concebida en la lucha de Abril, solo que en el nivel superior o terciario.

Amé la UASD por el Movimiento Renovador, todo cuanto deseaba desde hacía años para los jóvenes de mi país, pobres, los “humildes de mi tierra” como decía el poeta Gatón Arce, estaba contenido en el Programa Renovador: participación estudiantil en las decisiones, libertad de asociación, y en el aspecto docente, una verdadera libertad de cátedra. ¡Y gratuidad en el ingreso!

Logramos muchas cosas buenas, con un presupuesto exiguo, enfrentando la inquina del Dr. Balaguer.

La educación es un “continuo”. Lo que podíamos hacer, lo hicimos, pero éramos el “suspiro” del bizcocho del sistema educativo nacional, rancio, escaso para los pobres y desfasado para todos.

El “suspiro” no pudo penetrar en la base compacta, y el Movimiento Renovador colapsó.

Un sistema educativo requiere unidad y no la hay. En la UASD fue penetrando el mercado espantando valores, al igual como sucede en nuestra sociedad.

La UASD de hoy no es ni la sombra del Movimiento Renovador del 65. Ha perdido ideales; ya no vibra con la sociedad y sus problemas. La sociedad, por tanto, se ha alejado de ella.

La UASD necesita un nuevo Movimiento Renovador, contextualizando sus acciones al siglo XXI pero manteniendo los principios éticos y democratizantes del que llegó a nuestra Universidad en 1965. Hay una gran diferencia con su ayer, que define la estrategia: el Movimiento Renovador del pasado siglo se diseñó y se planificó teniendo como modelo de vida política y ciudadana el de la Revolución; el Movimiento Renovador que reclamo para la UASD hoy, debería ser maqueta de un nuevo modelo de sociedad dominicana: democrática, integrada, solidaria, progresista, productiva.

Eso implica que a lo interno de la Universidad es que tendría que hacerse una revolución en las estrategias docentes y administrativas, en los métodos, en las cuotas de participación de todos los sectores universitarios... ¡en su imagen! Porque para intentar ser modelo, tiene que transformarse en ejemplo de transparencia, de modernidad, de calidad y de ética. Para iniciar esa revolución pacífica y rotunda, se abre una oportunidad en junio de 2018. Hay elecciones en la UASD, comencemos por despojarlas del carácter mercantil, neoliberal, que ahora tienen.

Basta de gastos para hacer campañas opulentas, con enormes carteles, vehículos con afiches y cambalache de ofertas que no se fundan en programas parecidos, sino en conveniencias personales y lo de grupos.

Rompamos esos esquemas, marquemos la diferencia con un sistema socioeconómico y político que ha contaminado la educación, y en particular, ha introducido técnicas de corruptela en nuestra Alma Mater.

Elijamos para la Rectoría a alguien que se distingue en la originalidad de su campaña, en la honestidad comprobada de los recursos económicos que utiliza en su promoción, construida con creatividad, sonora en conciertos, hermosa como sus ideas y sus poemas.

Soñador, pero con una larga y prodiga experiencia docente y administrativa que lo hacen conocer los males y pecados de la universidad. Esta experiencia y sus continuos estudios se asoman a sus propuestas de soluciones y enmiendas.

Rafael Nino Feliz, es el candidato que presento para Rector de la UASD. Demasiado puro, cuchichean los impuros. Precisamente eso me impulsa a favorecerlo.

La pureza de quien cree que la UASD puede aún sacudir su modorra, mirar hacia atrás para recordar los valores del Movimiento Renovador, y dar el salto hacia al futuro renovado.

Él ama a la UASD, lo sé, porque lo conozco y lo valoro desde que fue mi alumno predilecto. Porque yo la amo, comparto su afán puro, sin codicia, de ser el Rector que impulse el nuevo Movimiento Renovador de la UASD.

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