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PUNTO DE MIRA

El imposible mundo sin políticos

Los políticos son pararrayos de todo lo malo. Cada día me llegan imágenes de burla a los políticos. La mayoría se orientan a ridiculizar a los que ejercen ese oficio de administrar el Estado. Es una queja universal, pero nadie aporta una solución porque es imposible vivir sin políticos.

El acento se pone en el afán de riqueza de los dirigentes políticos. Se les vincula con la corrupción y nada más se ve una parte de ella. Hay corruptos y corruptores, pero los últimos no son objeto de la burla o el ataque social. En todo acto de corrupción de un político hay una empresa o negociante que se beneficia, los sustenta o soborna.

Hay políticos serios. Aunque esos no se resaltan. En este país no hay quien señale a Juan Bosch o Joaquín Balaguer y con grado menor de administrar poder a José Francisco Peña Gómez. Esos tres líderes políticos ocuparon cargos de alto nivel y no hay dedo que se levante para acusarlos. Y eran políticos de tiempo completo.

Quejarse, ironizar o burlarse de los políticos a nada conduce. Esos profesionales de la administración pública son imprescindibles. Ellos, para mal o para bien, son los que hacen posible el ejercicio del negocio político, trazan las reglas de juego y rayan la senda de la conducta social.

Cotidianamente veo cómo se ensañan contra un oficio necesario. Los políticos son entes de utilidad pública. Oponerse a su existencia es cerrar los ojos a la realidad. En todo ejercicio hay buenos y malos. No es justo ni correcto culpar a todos por los efectos de los corruptos.

Cité a los dirigentes de los principales partidos como un ejemplo que sólo son mencionados cuando se les quiere usar de ariete contra los miembros de sus mismos partidos de origen. Sé que no es gracioso al gran público que se defienda a los políticos, pero yo los tengo en alta estima porque son valiosos para la marcha de la democracia. Son peores los gobiernos sin políticos. Así mismo juzgo a los partidos.

Políticos y partidos son como somos. No existen al margen del país en que vivimos. Estas entidades y sus líderes no vinieron de Marte. Son producto de una realidad que les da cobijo. Hay que tener buenos políticos por eso debemos construir buenos ciudadanos.

También tener buenos controles para los que gobiernan y no quieran eternizarse en el poder.

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