Navidad y el árbol

El árbol de navidad forma parte de nuestra navidad. Volvamos a recordar sus orígenes en una antigua costumbre que se tenía en Alemania.

Cuando los misioneros cristianos llegan allá, encuentran que ellos adoran al árbol como a un dios, porque el árbol vence al invierno. En efecto, el pino y todos los que son de la familia de los pinos vencen el invierno.

Los alemanes originarios se quedaban pasmados al darse cuenta de que ese árbol era un victorioso, y dijeron: eso es Dios. Luego llegan los misioneros cristianos y les dicen: el árbol que no muere es Cristo, ese es Dios, integrando desde entonces el árbol de la navidad, el pino, al árbol que vence el frío y que vence la muerte, Cristo, como parte de la navidad.

La navidad es la invitación para que nosotros adoremos al Dios verdadero, y que en ese Dios verdadero veamos a un árbol que tiene vida, que da vida y que nos fundamentamos en él.

Por eso para los niños, para todos, el árbol se ha vuelto como un símbolo, un símbolo de la navidad.

Recordemos todo lo que es. El árbol es el que da vida y que vence la muerte, que batalla contra la muerte.

El árbol de la navidad no se queda quejándose, como quien dice: ¡Qué frío hace! ¡Qué invierno tan terrible! ¡Vamos a tirarnos a morir! El árbol de la navidad vence la muerte, vence los obstáculos, no se queja, sale triunfador en medio de las dificultades de la vida.

El arbolito de navidad que ponemos en nuestras casas nos recuerda la victoria contra las dificultades de la vida, contra los fríos inviernos que nos puedan llegar. Por eso: ¡Bendito sea el árbol de la navidad!

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.