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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

¡Pobre arcoiris!

El hermoso arcoíris es utilizado como bandera del “orgullo” gay. La autollamada “comunidad LGBT” lo popularizó después de 1978, siendo su ideólogo el estadounidense Gilbert Baker.

La esterilización, promoción de preservativos, aborto y matrimonio de homosexuales forman parte de un paquete dirigido al control de la natalidad, con moderno corte colonialista.

Los países ricos, amenazados por las migraciones, están hartos de los pobres, aunque a veces les dejen caer sus migajas. Tras explotarlos hasta sacarles el jugo; ahora pretenden lavarles el cerebro en materia de sexualidad.

Para eso se invierte dinero, más del utilizado para contrarrestar el hambre y la pobreza. Se presentan paradigmas de inconductas sexuales y se negocia con los gobiernos la implementación de políticas públicas en ese sentido.

Hay peligro de que la República Dominicana apruebe legalmente la unión gay, a pesar del Artículo 55 de la Constitución, que reconoce que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer.

El tema del aborto en el Código Penal, como el protagonismo militante homosexual de la pasada legación diplomática de Estados Unidos, confirma ese peligro.

La sociedad debe convencerse de que este no es un tema exclusivamente religioso, sino de valoración humana y capacidad racional. Quienes defienden el aborto y el “matrimonio” de homosexuales deben demostrarnos que su proyecto es razonable y científicamente aceptable.

Convencernos de que el aborto y el “matrimonio” de homosexuales es normal y tiene vocación a la legalidad, es algo imposible.

Podemos comprender la situación de dos hombres o dos mujeres que tengan “unión sexual”, incluso permanente; pero elevar esa situación a un estado legal, constituye una escandalosa “cualquierización” del matrimonio.

Si se enfoca el problema desde una óptica cristiana, es obvio que habría que romper muchas páginas de la Biblia para poder justificar esa forma de vida.

De por sí la situación del matrimonio y la familia es grave.

Este nuevo ingrediente le pone la tapa al pomo. Lamentablemente mucha gente se ha acostumbrado a vivir la vida como un disparate. Desgraciadamente el país no cuenta en esta materia con el apoyo de las autoridades del Poder Ejecutivo y del Congreso, pues se dejaron torcer el brazo en el tema del aborto y, de seguro, en este asunto, coquetean complacientes. Hay que abrir los ojos y canalizar reclamos para que se respete la vida, el matrimonio y la familia. Afortunadamente existe una respuesta cada vez más compacta de las iglesias evangélicas y la católica.

Es obvio que rechazar ese alocado proyecto no significa que a las personas que están en esa situación haya que discriminarlas o no mirarlas con ojos de misericordia y compasión.

Pero no hay dudas de que se necesita devolverle al arcoíris su hermosura.

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