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EN LA RUTA

Provocación

Siempre y cuando se haga conforme a las normas y los procedimientos del respeto, legales y cívicos existentes, el que ciudadanos de ascendencia haitiana o de cualquier otra nacionalidad argumenten haber sido afectados en lo que entienden sus derechos, no tiene nada de malo.

Lo que resulta inaceptable es cuando la protesta se hace en franca provocación al sentimiento nacionalista de un país tal cual aconteció el fin de semana pasado cuando un grupo de ascendientes y defensores de nacionales haitianos utilizaron el altar de la patria para pronunciarse en contra de la sentencia 168-13 que establece las reglas para la obtención de la ciudadanía.

A ritmo de gagá y vociferando consignas en creole, ritmo e idioma del vecino país, los quejosos despotricaron contra el Plan Nacional de Regularización de Extranjeros (PNRE) y la ley 169-14 que establece un régimen especial para personas nacidas en el territorio nacional e inscritas irregularmente en nuestro Registro Civil.

Una acción desafiante que si bien es cierto no se le puede endilgar al Gobierno haitiano que ha dado muestras de buena vecindad, obviamente que es teledirigida por sectores internacionales y locales que insisten en desconocer el sacrosanto e irrenunciable derecho que tenemos a establecer y disponer todo lo referente en materia migratoria y de nacionalidad conforme a nuestros intereses.

Aparte de una insolencia desproporcionada y peligrosa, la del sábado mostró a gente malagradecida que no aquilata todo lo que República Dominicana ha hecho y sigue haciendo en solidaridad con Haití. El apoyo, expresado en educación, salud, trabajo, logística y tolerancia, ha sido más aún de lo razonable.

La sentencia 168-13 solo reitera lo ya resolutado en 2005 por la Suprema Corte de Justicia, y la ley 169-14 es, a juicio de muchos, una muestra de la sensibilidad del presidente Danilo Medina ante un drama humano.

Incluso el propio PNRE es un mecanismo sumamente laxo (y gratuito) para que los indocumentados puedan regularizar su estatus migratorio.

Así las cosas, solo nos queda respirar hondo (de nuevo) y entender que al parecer entramos en una nueva temporada de provocaciones en las que no podemos caer, aunque, ya advertidos, sí tomar las acciones precautorias.

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