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UN MOMENTO

La vocación del matrimonio

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Mons. Ramón Benito de la Rosa y CarpioSanto Domingo

Recordemos una vez más, en el Mes de la Familia, de cómo un servidor ha sido llamado a otra vocación, a la vocación del servicio sacerdotal: esa es mi vocación, mi llamada.

Así como existe esta llamada, está también la llamada al matrimonio, y esto es muy importante.

Hay que repetirle a los jóvenes, a los jóvenes que se sienten llamados al matrimonio y que no se sienten llamados a la vocación sacerdotal ni religiosa, que no tengan miedo de casarse para siempre y de fundar una familia, donde se glorifi que a Dios, donde se entreguen hijos a la familia.

Sin embargo, hay hombres, sobretodo, que quieren tener uso del sexo, pero sin responsabilidad, sin tener hijos. No se quieren comprometer con tener una familia, o no quieren ser castos o célibes para otras mujeres: quieren vivir de cualquier manera.

Un hombre casado ha de ser célibe frente a las otras mujeres y dedicarse a la familia. Hay hombres que quisieran disfrutar continuamente del sexo, pero un sexo sin responsabilidad. Esos hombres hacen tanto daño a la vida social, a la familia, a los hijos. Si cayeran en la cuenta del daño que hacen, de lo que al fi nal de su existencia va a pasar, no repetirían eso.

Jóvenes, que ustedes, los que se sienten llamados al matrimonio, no tengan miedo de casarse para siempre y de fundar una familia, donde se glorifi que a Dios y se siga esa vocación establecida por Dios, y donde también se entreguen hijos a la patria.

Hasta mañana, si Dios, usted y yo lo queremos.

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