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FE Y ACONTECER

“Eres un empleado...

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CARDENAL NICOLÁS DE JESÚS LÓPEZ RODRÍGUEZSanto Domingo

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

19 de noviembre de 2017 - Ciclo A

a) Del libro de los Proverbios 31, 10-13.19-20.30-31.

Los Proverbios son instrucciones generales que forman parte de la literatura sapiencial, es la obra más típica de este género bíblico y bajo el nombre genérico de proverbios se reúne una colección de sentencias, aforismos, refranes e instrucciones de carácter ético y moralizante a través de los cuales se transmite una sabiduría popular. Entre los escritores de este género, la tradición hebrea reconoce como “edad de oro” la iniciada por el rey Salomón, a quien Dios comunicó especialmente este don y le inspiró para que pronunciase un gran número de sabias sentencias.

En el texto leído se resaltan las cualidades de la buena ama de casa, mujer hacendosa tal como era considerada por la sociedad judía de la época, no se concebía entonces que una mujer desempeñara trabajo o actividad alguna fuera de casa, porque esto se entendía como una deshonra para su marido. Fray Luis de León dedicó a estos versos un hermoso comentario, titulado “La perfecta casada”. Como el resto de la literatura sapiencial, eminentemente pragmática, este poema considera al ama de casa como mujer laboriosa, buena administradora, emprendedora y hábil en los negocios en orden a acrecentar el patrimonio familiar.

b) De la primera carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 5, 1-6.

Esta lectura continúa el tema iniciado la semana pasada, en este capítulo San Pablo sigue su presentación de la Segunda Venida de Cristo como juez de vivos y muertos. Anuncia a los conversos de Tesalónica que el momento de esa venida no lo sabe nadie, sólo Dios, por lo que ellos cual “hijos de la luz”, deben estar preparados. San Pablo exhorta a los Tesalonicenses a confiar en Dios, y al mismo tiempo, a estar alertas y preparados para cuando llegue el final. Insiste en que será algo repentino, pero la falta de certeza sobre el día y la hora no debe ser una preocupación para el cristiano, sino más bien un incentivo para mantenernos sobrios y despiertos, con las luces encendidas, como nos invitaba el Evangelio del pasado domingo.

) Del Evangelio de San Mateo 25, 14-30. La parábola de los talentos, es la última que relata San Mateo antes del discurso del Juicio final, en ella se aborda la preparación necesaria para poder entrar en el Reino de Dios, y por supuesto, nos urge la vigilancia productiva y la laboriosidad solícita, de modo que al llegar el momento de la Segunda Venida de Cristo estemos preparados.

Los destinatarios de esta parábola son la comunidad cristiana, el nuevo Pueblo de Dios, y el Señor de los empleados es Jesús; su ausencia, la ascensión y su vuelta, la parusía; los empleados son los cristianos a quienes se encarece la vigilancia activa y fructífera; el empleado negligente e inútil es Israel en su conjunto y el mal cristiano, que no cumple su misión histórica, al enterrar los dones recibidos de Dios; por su parte, los talentos son los dones de Dios en la persona de su Hijo, que nos son entregados para el servicio del Reino; el rendimiento de cuentas es el examen sobre esta responsabilidad, en el juicio definitivo y la sentencia es la participación o exclusión de los bienes mesiánicos del Reino.

En la parábola, los dos primeros empleados presentan un balance positivo, han hecho rendir sus talentos al cien por cien, doblando la cuantiosa suma de su señor. Por eso reciben felicitación, confianza y premio: “Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor” (vv. 21, 23). El tercer empleado enterró el talento que su amo le confió, lo que evidencia un espíritu mezquino, pues para dar fuerza a su excusa de perezoso tacha al amo de capitalista explotador. Es castigado a pesar de que devuelve intacto el talento que recibió porque se limitó a conservarlo. No hizo nada malo, pero tampoco nada bueno. En definitiva, fue condenado por su pecado de omisión.

La enseñanza que se desprende de esta parábola es que: “Al que tiene se le dará, y le sobrará; pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene” (v. 29), significa que se le entrega más al que más produce y es más responsable. Dios compensa la fidelidad creativa de quienes arriesgan su esfuerzo en servirle a Él y a los hermanos. Simultáneamente se condena el pecado de omisión que personifica el tercer empleado. Dios no exige a todos igual rendimiento porque conoce la distinta capacidad y limitaciones de cada uno, y así reparte sus dones; pero a todos pide igual dedicación personal y plena voluntad de servicio.

Talento, don de Dios, es todo lo que tenemos personalmente en el orden temporal y espiritual. La vida, es el primero y fundamental de los talentos, la salud, la inteligencia, la capacidad de relacionarnos, la sociedad que debemos construir en la fraternidad y la justicia, la educación, la simpatía, la personalidadÖ Y los valores de la vocación cristiana, que son los dones máximos de Dios: la salvación y la fe en Jesucristo en la comunidad eclesial, el Reino de Dios, su amistad, su Espíritu.

Todos esos dones no son para nuestro uso privado y exclusivo, más que propietarios somos administradores. Hemos de asumir el riesgo de invertir nuestros talentos en la construcción del Reino de Dios en nuestra vida personal, familiar, social y laboral. Solamente así podremos oír de sus labios: Porque has sido fiel, pasa al banquete de tu Señor.

Fuente: Luis Alonso Schˆkel: La Biblia de Nuestro Pueblo.

B. Caballero: En las Fuentes de la Palabra.

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