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VIVENCIAS

Orgullo vano

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Juan Francisco Puello HerreraSanto Domingo

El orgullo que lleva aparejada la arrogancia, cuando se mezcla con la vanidad tiene como resultado un egoísmo enfermizo. Cuando alguien intolerablemente egoísta se cree estimulado por el menor éxito, alimenta un orgullo hasta el punto de creerse superior a los demás.

Asombra ver adonde puede llegar la arrogancia, si gente que carece de credibilidad se coloca en un sitial que no le corresponde, sustentado en el vicio habitual de la ”buena fortuna” que no hermana bien con la virtud.

El hombre que busca a cualquier precio la fama para alimentar un orgullo, jamás podrá gozar de armonía y paz. Cecilia Böhl de Faber, escritora española que utilizaba el pseudónimo de Fernán Caballero, expresaba que la “vanidad es la necedad del egoísmo y el orgullo la insolencia de la vanidad.” Y cuando se habla de orgullo vano, quiere decir vacío, tan insignificante que apenas puede concebirse como algo digno de mostrarse.

De esta manera, asombra el hecho de que alguien sienta orgullo sólo por reunirse con un “grupo de intelectuales” si este nunca se ha dedicado al estudio serio y a la reflexión crítica de la realidad. La ambición de una persona de aparecer grande en un lugar donde está desprestigiado, es el colmo de la vanidad. La vanidad es un vicio tan extraño que es capaz de transformar la felicidad en vergu¨enza.

El mayor problema del orgullo vano, es que no da tregua y las más nobles ideas no residen en él.

Para aquellos que el orgullo y la vanidad es su fuerte preciso es recordarles lo que el lírico Horacio escribió “tan solo somos polvo y sombra”.

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