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El juez que merece la república

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Edgar Hernández MejíaSanto Domingo

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En conclusión, la República Dominicana, que es un país trabajador, productivo y extremadamente hermoso, el cual está poblado por gente buena, sencilla y agradable, merece contar con un Poder Judicial eficaz, que sirva de instrumento controlador y equilibrador de la sociedad.

Para esos fines se requiere que todo hombre y toda mujer que ocupe una plaza de juez, verdaderamente cuente con la vocación, las cualidades y el entrenamiento para serlo en condiciones óptimas.

Así como es de conocimiento general que no todos los seres humanos tienen las condiciones naturales requeridas para ser buenos militares (tales como buena vista, resistencia pulmonar, pies con puentes correctamente formados, capacidad para resistir fatigosos entrenamientos, etcétera), de la misma manera, no todos los seres humanos tienen condiciones naturales para desempeñarse como buenos jueces. Sin embargo, algunas personas que en principio no cuentan con las mejores condiciones para llegar a ser jueces, podrían lograr modificar algunas conductas impropias de un magistrado, para pasar a ser entonces aceptables candidatos a ocupar un cargo de juez.

Estimamos que en otros casos, el temperamento, la historia personal, la mentalidad y hábitos de vida de algunas personas, los aleja prácticamente de manera permanente de la posibilidad de llegar a ser un juez de vocación (que es el juez ideal).

Insistimos una y otra vez, aquel ser humano que, por la razón que sea, sienta una ambición desmedida de poseer riquezas materiales, nunca podrá ser un buen juez, un juez de vocación. Esto así, porque el individuo inclinado a acumular riquezas o bienes materiales de manera insaciable, siempre será proclive a buscar o a aceptar sobornos, los cuales resultan, en todos los casos, distorsionadores de la genuina imparcialidad, del espíritu de justicia y de la honradez; virtudes imprescindibles en todo buen juez.

Otras tantas cualidades es posible adquirir con esfuerzo, disciplina y dedicación; tales como el hábito de estudio, la capacidad de trabajo, la cortesía, el autocontrol, el respeto, la responsabilidad, etcétera.

Para concluir, sostenemos que todo abogado tiene derecho a aspirar a ser juez del orden judicial, mediante el ingreso a la Escuela Nacional de la Judicatura. También sostenemos que todo doctor o licenciado en Derecho, en principio, puede llegar a ser un buen juez, siempre que cuente con ciertas condiciones y cumpla con determinados requisitos.

Ahora bien, sin discriminación ni prejuicio de ningún tipo, el juez que merece la República siempre será el doctor o licenciado en Derecho que verdaderamente reúna las varias veces mencionadas virtudes de la honradez, imparcialidad, capacidad, responsabilidad, rectitud, sobriedad, valentía, hábito de estudio, laboriosidad; asimismo, que observe actitud respetuosa, de equidad y justicia, de cortesía, de modestia, de prudencia y serenidad.

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