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La negociación en la diplomacia hoy

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MANUEL MORALES LAMASanto Domingo

Con el propósito de precisar los requerimientos esenciales que demanda la aplicación de la diplomacia en la efectiva ejecución de una política exterior adaptada a los nuevos tiempos, necesariamente bien compenetrada con los intereses fundamentales de la nación, y teniendo en cuenta las características propias del “manejo profesional” de la diplomacia, se ha considerado que esta debe ser “eminentemente proactiva e inteligente”.

Consecuentemente, el ejercicio de la diplomacia demanda de los representantes de los Estados en el exterior, un consistente y bien fundamentado conocimiento de los “mecanismos para anticiparse a los hechos” en el marco de su labor. Esto, como parte esencial de su formación y de la destreza necesaria que garantice el desempeño eficaz requerido hoy en la función diplomática, y que permita, además, ejercitar metódicamente otros aspectos fundamentales de la propia diplomacia, que incluyen las estrategias y tácticas correspondientes, y exige el continuo fortalecimiento de la capacidad de análisis e investigación, por ser determinantes para la efectividad de la negociación como “procedimiento por antonomasia” del ejercicio diplomático.

En efecto, para asegurar una eficiente labor el agente diplomático, al asumir la responsabilidad de la representación del Estado, debe tener pleno dominio de las técnicas de negociación que incluyen, por supuesto, los recursos que refuerzan, entre otros asuntos esenciales, la consistencia de sus argumentos.

Dado que la negociación implica una conciliación de puntos de vista e intereses opuestos, el agente diplomático, y el Estado que representa, deben recordar que para concebirla favorablemente es necesario esforzarse por comprender el punto de vista contrario y demostrar que se ha llegado a tal comprensión (De Yturriaga). En este contexto, inequívocamente, debe regir el Principio capital de la Buena Fe.

Debe tenerse en cuenta, igualmente, que con el objetivo de llegar a un acuerdo, en una negociación podrán sacrificarse los intereses secundarios, nunca los vitales. Si una parte se ve forzada a aceptar pura y simplemente las peticiones de la otra, “no existe negociación, sino capitulación”.

Si bien, la obtención de un acuerdo a un costo mínimo para las buenas relaciones de los participantes demuestra la destreza de los negociadores, su logro dependerá del apropiado manejo que hagan las partes involucradas del “quid pro quo” (una cosa por la otra) y de su capacidad para hacer concesiones que sean mutuamente aceptadas por las partes. Ser negociador diplomático implica una disposición especial que el funcionario debe perfeccionar, aun cuando tenga una sólida formación en el área y esté constantemente actualizado, recordando que para la obtención del objetivo final, en un proceso de este+ carácter, debe estar adecuadamente preparado para exponer convincentemente sus argumentos y para “persuadir, convencer, ceder y conceder para obtener” (O. Vizcarra). En tal dinámica resulta fundamental saber identificar en la negociación las áreas de conflicto y las de coincidencia, así como tener la capacidad de poder captar la ocasión conforme a un análisis prospectivo de la situación. Sobre todo, debe tenerse presente que la finalidad de la negociación es, básicamente, obtener un resultado satisfactorio, o arreglo dignamente aceptable, para las partes involucradas.

En el campo de la denominada diplomacia económica y comercial, la negociación se ha redimensionado, lo que se ha hecho patente en la consecución de los objetivos de desarrollo y crecimiento económico y, consecuentemente, en la eficaz vinculación económica y comercial de los Estados en el exterior

La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas (art. 3) consigna la negociación como una de las funciones básicas de la misión diplomática. Asimismo, en el ámbito del Derecho internacional la negociación se ha establecido como el primero de los medios pacíficos de solución de controversias.

Procede recordar que en el ámbito de las relaciones internacionales, la negociación suele encaminarse a concluir compromisos internacionales, a establecer normas de ese carácter y, también con ascendente frecuencia, a incrementar el entendido económico, político, jurídico y social, o igualmente, a consolidar vínculos amistosos y facilitar la cooperación. Sobre todo, es el medio indispensable para prevenir o solucionar situaciones conflictivas o controversiales.

Téngase presente, que conforme a la diversidad de nuevos actores en el “escenario internacional”, se han modificado determinados aspectos en las negociaciones, mismos que no solo involucran a los Estados soberanos, sino que también abarcan los vínculos de estos con organismos internacionales, con empresas transnacionales, instituciones financieras internacionales y organismos no gubernamentales, entre otros.

Nuevamente debe insistirse: en el ámbito de las normas de convivencia internacional existen otros elementos fundamentales para garantizar la efectividad del ejercicio diplomático. En tal propósito no solo resulta indispensable tener “metas claras y precisas en materia de política exterior”, sino también debe contarse como necesario soporte, con un consistente conocimiento del contexto internacional y nacional actual.

Finalmente cabe resaltar, por su vinculación con el contenido de este trabajo, que en la República Dominicana entre los fines de la “Estrategia Nacional de Desarrollo” se ha consignado: “Consolidar las relaciones internacionales como instrumento de la promoción del desarrollo nacional, la convivencia pacífica, el desarrollo global, regional insular sostenible y un orden internacional justo, en consonancia con los principios democráticos y el Derecho internacional”.

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