Agresión visual sondeo

De la gestión municipal encabezada por el joven alcalde David Collado ha recibido la mejor impresión, incluso desde más allá de los linderos del Distrito Nacional. Desde muy temprano se advierte que hay una dinámica de trabajo en áreas importantes que lucían descuidadas o fuera del control del Ayuntamiento, por falta de recursos o por lo que fuera, como los cementerios, el Parque Mirador y el malecón de la George Washington. En materia de limpieza (pese al mal de Duquesa), vigilancia e iluminación se han enviado buenas señales. Hay, sin embargo, una vieja práctica -maña o negocio- que parece seguir la misma línea de siempre o cuidado si va más lejos. Nos referimos al interés municipal por buscar recaudación por permitir letreros y toda clase de vallas con publicidad en calles, aceras, isletas y donde sea, sin miramiento ni delicadeza alguna, y aun implique arrabalizar la ciudad, distracción a los conductores o una agresión visual imperdonable a los ojos de los ciudadanos. Se puede ver que las luces del vehículo en el que usted va de noche se posan en algunos de esos letreros y, de repente, al conductor le parece que otro auto le viene encima en vía contraria. Se trata de un riesgo y de un peligro innecesario. De nada valió que el cabildo -en acción plausible- quitara los letreros que afeaban la ciudad y regulara la propaganda política, si era para el organismo cobrar por eso y “cogerle el gusto”. Esto es último, que más que gusto, es abuso, es lo que ocurre en avenidas como la Sarasota, donde hay letreros comerciales en la isleta cada 50 metros (¿). Es penoso que esa “fiesta” recaudadora incorrecta de agresión y toma de los espacios públicos se quiera seguir en la actual gestión del joven Collado, que comenzó con buen pie. Por ejemplo, ahora se quiere “agredir” la calle Pedro Henríquez Ureña, donde se colocó un primer letrero próximo al edificio Diandy y se puso la base para levantar otro de la empresa Colorín a solo dos metros (¿) de la entrada de las tres torres del Residencial Pedro Henríquez Ureña, en la número 139 de esa calle, frente al Banco ADEMI. Ya la junta de vecinos (de 81 apartamentos más los comerciales) la mandó a romper, en lo que llega una carta-protesta con atención especial al alcalde David Collado, para que frene esa imprudente y provocadora acción.