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¡Invito a leer a Iván Gatón!

(Fragmentos de una presentación)

Las formulaciones teórico políticas tienen la demanda imperiosa de sostener la plataforma orgánica de un pensamiento. No se puede elaborar ideas sin el sustrato del conocimiento, sin la gnoseología requerida del contexto histórico. Un pensador tiene las herramientas de la información, escruta todo el itinerario social, las concepciones prevalecientes en cada interregno de sucesos, la modificación sistemática de los sistemas prevalecientes, la evolución política y económica de los Estados. Hay una interrelación asidua entre el crítico expositor y los moldes estereotipados de la consulta oficial, en el crítico hay un cuestionamiento esencialmente agudo en cuanto a su propia orientación como cientista social, sin desechar la diversidad de los componentes ideológicos de su tiempo.

Recuerdo una de las discusiones más controversiales, en los inicios de mi carrera universitaria, cuando abordábamos la condición del científico, que como tal, solo obedece a las directrices instrumentadas por el aparato de seguimiento de sus hallazgos, categorías y aplicaciones basadas en la metodología irrefutable. La pregunta era, si un científico al servicio de la Alemania nazi podía ser absuelto de su responsabilidad homicida contra la humanidad, debido a que el uso de la ciencia, en la elaboración y programación de sus aportes al Estado alemán, no implicaban identificación política con las acciones acometidas por Hitler contra las minorías étnicas. La controversia consistía en determinar si el científico en este caso podía alegar imparcialidad desde el nivel ideológico del compromiso con el Estado nazi, o sea, si su trabajo impecable en física nuclear o en los procesos de fabricación de artefactos atómicos, no los vinculaba a la política activa del poder político.

En realidad el vórtice del elemento discursivo consistía, en saber hasta qué punto, servirle al Estado, aunque sea solamente desde el laboratorio de la ciencia, no lo arrastra a la complicidad con el manejo político del Poder en manos de una figura delirante y compulsiva, sin el menor apego de respeto a la raza humana.

Para no ahondar en disquisiciones interminables, regreso de ese pasado literal, para presentar el porvenir que encarna el joven, Iván Gatón, profesional del Derecho con Maestría en estudios diplomáticos y diplomado de estudios avanzados en la Universidad Complutense de Madrid, doctorando en Derecho Internacional y Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid, quien tiene una dilatada experiencia en comercio internacional a través de funciones ejecutivas desempeñadas en el Centro Dominicano de Promoción de Exportaciones. Iván es abogado, conoce las leyes, las estudia, las aplica en un marco operativo del sistema como marco referencial estructural del Estado. Es politólogo, conoce las teorías del poder, activa su reflexión crítica alrededor de las leyes que rigen la nación. Es un conocedor de la diplomacia y ejerce sus funciones como especialista en el área. Y a la vez, Gatón impulsa su propio pensamiento a través del criterio aplicado a las dispares teorías de los conflictos internacionales, procurando con sosiego ideológico, encontrar una sinopsis del tiempo histórico que le sirva para educar, orientar, ilustrar las cambiantes condiciones de los conflictos, cuya subsistencia frecuente desmiente la idea del final de la historia. A diferencia del científico de laboratorio, supeditado al poder absoluto, Gatón es científico social ajustado a su paciente y coherente visión de los hechos, a su narrativa crítica y a sus propuestas de desarrollo dialéctico. Su conferencia sobre el Islam, su importancia y principales características, expuesta en Columbia University, reviste un estudio minucioso de la cultura, los factores geopolíticos, las relaciones políticas, las tradiciones, la religión, creando niveles de comprensión que permiten auscultar las relaciones de Estados distintos, vernos en el espejo del otro, lo que él llama alteridad. Pero sobre todo Gatón nos llama en este ensayo, incluido en este libro, a desarrollar niveles de comprensión trascendente en un mundo diverso, asume compromisos con la búsqueda de la paz y la convivencia para coexistir en la pluralidad, venciendo la violencia ciega y la vocación al exterminio, ya que las tres religiones universalistas, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo hacen hincapié en el amor.

Como analista internacional aborda la disputa entre Estados Unidos y China por el control de la región, analiza la nueva era de Donald Trump al frente de Norteamérica, y de cómo éste maneja la política exterior estadounidense. Embajador con conciencia de su rol diplomático y ente equilibrado de juicio, analiza la necesidad de conquistar a China sin descuidar a Taiwán, de ahí aconseja mantener la alianza estratégica con Taipéi y al mismo tiempo captar inversiones de China Popular. Sus orientaciones van en la dirección de reclamar que la OEA recobre su credibilidad, deteriorada por su genuflexión durante los periodos de la “guerra fría” a la política oficial beligerante norteamericana.

Invito a leer estos trabajos y declaraciones de este prometedor Embajador, experto en relaciones internacionales, negocios y comercio internacional, un profesional equilibrado, sensato, con una alta conciencia del convulsionado mundo en que vivimos y a la vez con la fortaleza moral de sus convicciones. Iván Gatón, le sirve a la democracia dominicana desde cualquier ángulo donde se le coloque. En la balanza de sus servicios al Estado hay una valoración significativa de sus observaciones y anotaciones críticas. A diferencia de aquella vieja discusión en las aulas universitarias hace más de cuarenta años, sobre la imparcialidad o la parcialidad de los científicos en la Segunda Guerra Mundial, Iván Gatón cultiva su libertad creadora, actúa con presteza en la convocatoria de sus aportes y trabajos en organismos internacionales, mostrando la coherencia de un pensamiento, la defensa de la paz, el pluralismo político y cultural, la sapiencia de una joya del pensamiento dominicano, que pone en alto la capacidad, independencia de criterios y sentido justo del rumbo de la historia.

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