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TomásAquino MéndezSanto Domingo

El “pan de la enseñanza” debe ser la prioridad de los padres, claro, también de las autoridades. Así como dice la Biblia, que donde estén dos o tres hablando en nombre del Señor, ahí estará él presente. No importa si es un templo lujoso o debajo de un árbol. Así debe acogerse también la formación educativa.

Son cientos los centros educativos inaugurados. Pero faltan más. Pero eso no justifica que profesores y algunas denominadas asociaciones de padres, interrumpan la docencia en sus comunidades para reclamar una nueva escuela. No es que no merezcan un centro escolar nuevo.

Tampoco es que dejen de reclamar ese derecho.

Lo que me parece justo es que se sopese qué tiene más importancia, si sacar a los estudiantes de las aulas hasta que se edifique un nuevo y amplio local, o defender que a sus hijos les sigan dando clases en la vieja escuela, mientras se reclama un nuevo centro educativo. Sé de muchas comunidades apartadas en mi querido y abandonado Sur, donde se imparte docencia debajo de un árbol, y los padres, aunque reclaman centros modernos, no interrumpen la docencia, conscientes de que lo importante es que sus hijos se capaciten y puedan seguir adelante en su formación.

Por eso no entiendo los motivos que tienen profesores, padres y amigos de varias escuelas de anunciar interrupciones de docencias DIZQUE porque en las aulas hay más estudiantes de lo que se requiere. Y menos aun que en medio de discusiones salariales con las autoridades, perjudiquen las labores docentes.

Aplaudimos que se reclamen nuevos edificios escolares, pero por Dios, lo más importante es la educación de los escolares y si están recibiendo decencia, aunque sea con algunas dificultades, no deben ser sacados de las aulas.

Educadores, educandos y los padres deben pensar en que lo más importante es la capacitación de los niños y adolescentes, por encima de todo.

Que las autoridades sigan el programa de construcción de aulas y consolidando su “revolución educativa”, pero que prime la sensatez de profesores, padres y amigos de la escuela para que no priven a sus hijos y alumnos de la posibilidad de alcanzar una positiva formación docente.

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