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¿Es inminente la tercera guerra mundial?

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Vinicio Castillo SemánSanto Domingo

En la semana recién transcurrida se agudizaron las contradicciones entre Estados Unidos y Corea del Norte, por la amenaza creciente que ésta última nación está representando en su pretensión de tener capacidad de armas nucleares y misiles con alcance necesario para llegar al territorio estadounidense.

El presidente Trump, usando la tribuna de la ONU, le dijo a todas las naciones, traducido en palabras simples: Si todas las naciones no ponen de su parte para frenar al desquiciado régimen de Corea del Norte y fracasan todas las vías diplomáticas posibles, a Estados Unidos no le quedará otro camino que destruir a Corea del Norte.

La advertencia del presidente Trump, no hay dudas, encierra una gravedad apocalíptica de lo que está ocurriendo con el tema. Muchos de sus detractores políticos y mediáticos han aprovechado su franqueza en la ONU para atacarle como un monstruo que, en vez de hablar de paz en la ONU, plantea la posibilidad real de destruir toda una nación con millones de habitantes.

La realidad, sin embargo, es diferente a la superficialidad con que los detractores de Trump, políticos y mediáticos, quieren analizar el tema de Corea del Norte. La primera responsabilidad de Donald Trump como Presidente de los Estados Unidos y Comandante en Jefe de sus Fuerzas Armadas, es preservar la seguridad de su pueblo y de sus aliados fundamentales en la zona de conflicto, Japón y Corea del Sur.

¿Puede Estados Unidos darse el lujo de esperar, sin tomar acción, a que el régimen de Corea del Norte desarrolle armas nucleares y/o bombas de hidrógeno y misiles intercontinentales en capacidad de destruir su pueblo en minutos? La respuesta a esta pregunta es muy dura. Pregunta similar se hizo en octubre de 1962 un presidente liberal demócrata, un humanista como John F. Kennedy, que se vio forzado en la llamada crisis de los misiles con Cuba a poner su dedo en el botón nuclear para desatar la tercera guerra mundial, bajo el sustento legítimo de que no podía permitir misiles nucleares en Cuba en capacidad de destruir al pueblo norteamericano.

El mundo estuvo en vilo; los barcos soviéticos navegaban por el Caribe, pero el presidente Kennedy no cedió en su ultimátum a la URSS: si no retiran sus misiles en Cuba, estamos en guerra. Así logró la humanidad una paz que ha perdurado hasta ahora por más de 50 años, después de ese susto histórico.

La experiencia de la segunda guerra mundial nos enseña cómo estos hechos espantosos y apocalípticos se desencadenan. El monstruo de Hitler y sus planes macabros pudieron ser contenidos si se hubiera actuado contra él a tiempo. Winston Churchill advirtió a su pueblo el peligro que representaba Hitler. Sin embargo, el premier inglés Chamberlain confió en el camino del supuesto diálogo y la paz con Hitler.

Las consecuencias de lo que significó ese error histórico están ahí: más de 60 millones de muertos, la destrucción de Europa y de Japón.

Al igual que Hitler y los resentimientos del pueblo alemán por las humillaciones sufridas en la primera guerra mundial, el régimen de Corea del Norte se apoya en las heridas sufridas por su pueblo propiciada por Japón y contra Estados Unidos, en ocupación y guerras anteriores.

La realidad es que se debió de parar a tiempo el desarrollo y potencial nuclear del régimen, por la paz del mundo. La administración del presidente Obama, sin embargo, no actuó a tiempo, ni con la firmeza debida. Dejaron que el señor Kim Jong-un llegara muy lejos en su desarrollo de armas nucleares, bombas de hidrógeno y misiles, con capacidad de comprometer gravemente la paz mundial.

El presidente Trump, con sobrada razón, ha apelado a China y a Rusia para contener por vías diplomáticas a sus aliados del régimen norcoreano. Hasta ahora, no han podido, o no han querido hacerlo por las buenas. Y es esa actitud la que puede llevar al mundo, en cuestión de horas o minutos, al comienzo de la apocalíptica tercera guerra mundial, que no será librada con armas convencionales, sino con armas que pueden destruir el mundo que conocemos y la humanidad, en pocas horas.

En el análisis de lo que está ocurriendo, si China, Rusia y los organismos multinacionales como la ONU no detienen los planes del régimen de Norcorea, Estados Unidos no tendrá ninguna otra alternativa que tomar una decisión trágica, dolorosa y apocalíptica. No hacerlo es esperar que el régimen de Norcorea lo haga primero en contra de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur.

Y la pregunta clave será: ¿quién ataca y destruye a quién primero? Es muy bonito hablar de paz y pronunciar discursos para ganar primeras planas y premios Nobel.

Lo difícil es construir esa paz y hacerla duradera. Es responsabilidad de todos los países del mundo unirse y detener el peligro que representa Norcorea, por la vía diplomática, por el bien de su propio pueblo y de la humanidad misma.

En buen dominicano, a Dios que meta su mano.

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