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ORLANDO DICE

La urgencia de Danilo

LLUVIA NO PAGA.- Ahora no puede decirse como en tiempos de Joaquín Balaguer que la lluvia paga sus daños. El agua cae en exceso y se acompaña de vientos que destruyen bienes y acaban vidas. La tierra no solo se moja, se satura, y saturada no es propia para todo cultivo. Sin embargo, la lluvia pone a prueba un pueblo y cambia la agenda del gobierno. Ante el desastre no queda de otra que reparar, y esa tarea no la puede emprender la población sola ni el gobierno, por muy superior y generoso que sea. La mancomunidad se impone. El presidente Danilo Medina ya está en la calle, e igual sus ministros claves, y por los reportes oficiales el trabajo será mucho y arduo. Levantar zonas que fueron afectadas de manera inmisericorde. Las visitas sorpresa tendrán que aguantarse, pues la reconstrucción demanda más tiempo, más espacio y políticas de mayor calado.

Carreteras, puentes, cultivos y asistencia directa a los damnificados.

El gobierno, que había perdido iniciativa, tiene ante de sí la oportunidad de regenerarse, de relanzarse, de quitarse espinas, aunque no recibirá rosas en lo inmediato…

SANTOS Y FE.- La política seguirá en el altar, pero fuera bueno no mover santos, y no porque puedan caerse, sino porque podría afectarse la fe. El presidente Danilo Medina parece tenerlo claro, pues en las dos pasadas semanas se ocupó de dirigir casi directamente los operativos previos a Irma y a María. Y aunque hubo un poco de suerte, pues el impacto no fue tan duro, no puede negarse que la labor preventiva llenó su cometido. Así deberá seguirse ahora que toca reconstrucción.

El gobierno no puede hacer milagros, pero sí de tripas corazón.

En cada gestión existe lo dudable y lo indudable, y la actual circunstancia obliga a lo indudable. El gobierno tendrá que revisarse los bolsillos y encontrar dinero, pues se supone que el gasto de Irma y María no estaba previsto. ¿Qué hacer con tantas demandas, y todas urgentes? Todavía no se calcula el daño, pero se supone cuantioso y los recursos difícilmente suficientes.

Indudable trance y nada fácil de resolver. Aunque conviene mirar la marea, y sobre todo las olas grandes, pues esta administración tiene la buena costumbre de hacerse chiquita para que la carguen. Hasta ahora, y en las ocasiones, esa viveza de niño dio resultado. El déficit cuasi fiscal fue una especie de María, y esas lluvias no lo ahogaron, pues nuevos tributos vinieron en su socorro…

CONTRA ACTITUDES.- El presidente Danilo Medina participaba en la asamblea anual de Naciones Unidas cuando la llegada de María se hizo inminente. Abandonó ese escenario internacional y vino a ocuparse de su correspondiente espacio nacional.

Cambió un baño de celebridades del mundo por un baño --en el justo sentido de la palabra-- de lluvia y de viento. A compartir las angustias y ahora los dolores de los dominicanos víctimas del temible huracán. Sin embargo, en Nueva York le montaron un piquete que se realizó sin su presencia, acusándolo de apoyar la corrupción y la impunidad. ¿Cuál será la actitud de la calle o de la oposición política ahora que el gobierno, con el presidente Medina a la cabeza, se dedicará a reconstruir lo destruido por María? ¿Habrá recogimiento, tregua o baja intensidad, o las movilizaciones mantendrán su ritmo, demandando hasta lo imposible, como la renuncia del mandatario? Ese punto podría no importar si se tiene en cuenta que el gobierno por ahora no da el frente a la protesta y que esta se manifiesta sin ningún tipo de obstáculo.

Cada cual seguiría en lo suyo sin rivalizarse ni confrontarse, y sin consecuencia para las partes. Una no tiene fuerza para pasar de las palabras o las marchas a los hechos, y la otra considera que ignorar al oponente es la mejor de defensa…

ENTRE ÁNIMOS.- El gobierno no dará el frente a la calle o a la oposición política, dejando cada candelita en la otra esquinita, pero tampoco declarará emergencia nacional, situación que le permitiría tomar medidas heroicas propias de la circunstancia.

Sin embargo, ese dedicarse de manera casi absoluta a remediar los daños de María obligará al presidente Danilo Medina a salirse de otros escenarios en que resultaba crucial. La Ley de Partidos, por ejemplo. Se le denuncia y se le acusa, pero también se le reclama cumbre o diálogo con igual insistencia.

¿Puede el mandatario dividir su tiempo y encaminar ambas tareas de manera simultánea, o dejar que sea el PLD o sus autoridades que dirijan el proceso y logren resultado? Ya se conoce la intención, que es la misma de siempre, de que la pieza sea calificada Ley de Danilo. Pero sin el presidente Medina de por medio ese propósito se cae y esa batalla se pierde. Y esa no era ni es la idea. ¿Qué es más importante, recuperar materialmente el país o dotarlo de una legislación de partidos que garantice una mejor convivencia política? En términos políticos ¿qué reditúa más, reconstruir o legislar? El jefe de Estado tendrá que decidirse entre lo uno y lo otro…_

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