Un valioso aporte a la prevención

República Dominicana ha avanzado bastante en materia de prevención y respuesta ante los desastres naturales, especialmente las tormentas y huracanes que azotan con frecuencia al país por encontrarse en la ruta de los fenómenos atmosféricos que se forman en el océano Atlántico.

Y aunque todavía hay tareas pendientes para seguir mejorando y detalles que necesitan afinarse para alcanzar la meta de que ninguna vida se pierda, principalmente con medidas que ameritan mayor celeridad y tardan en aplicarse, sin dudas la logística que se implementa actualmente resulta mucho más eficaz que la que teníamos hace una década.

En la Comisión y el Centro de Operaciones de Emergencias confluyen una serie de organismos e instituciones, apoyados por cientos de voluntarios, que al paso de cada fenómeno atmosférico por el territorio nacional realizan una labor encomiable encaminada a salvar vidas y propiedades.

En los dos casos más recientes, el paso de los huracanes Irma y María por la costa norte y este del país, se ha puesto de manifiesto cómo el trabajo unificado y coordinado permitió minimizar las pérdidas de vidas, sin dudas lo más preciado para cualquier sociedad.

Igual proceder hemos visto con los llamados “fines de semana largos”, debido a la ley que mueve para el lunes algunos feriados que caen en otros días laborables de la semana, con el propósito de no alterar el ritmo laboral. Los operativos para prevenir en balnearios y carreteras accidentes e incidentes que afecten a ciudadanos que aprovechan esos días para divertirse han evitado luto y dolor a miles de familias dominicanas.

El país tiene todas las condiciones para seguir avanzando en materia de prevención y mitigación de desastres, pero siempre y cuando la ciudadanía también comience a hacer conciencia de que tiene un componente importante en el éxito de las gestiones oficiales y de sectores privados que han asumido el compromiso de apoyarlas.

Me llamó poderosamente la atención el caso de una señora a quien las autoridades tuvieron que sacar prácticamente a rastras de su hogar ubicado en una zona vulnerable y el de una familia que se desplazaba por las calles inundadas de Santiago al paso del huracán María, como si se tratara de un recorrido turístico.

Con frecuencia vemos imágenes de personas que se aproximan a las costas cuando las tormentas o huracanes azotan con potencia solo para tomar imágenes con sus celulares y de otras que aprovechan el fuerte oleaje para practicar algún deporte acuático.

La cooperación de la población es un aspecto en que se requiere trabajar con mayor entusiasmo si en el futuro aspiramos a operativos preventivos cada día más exitosos.

Un solo detalle: si cada ciudadano, en lugar de asumir el desarrollo de estos desastres como una chercha, incluso con chistes e informaciones falsas que se difunden sin cesar a través de las redes sociales, utiliza este valioso recurso para llevar mensajes preventivos y orientadores, los efectos negativos de estos fenómenos de la naturaleza serían sin duda menores.

Y hasta los medios de comunicación están llamados a dar ejemplos de sensatez, instruyendo a su personal para que evite incurrir en riesgos innecesarios durante la cobertura de las incidencias de estos desastres.

Solo con evitar las imprudencias y utilizar los recursos que tenemos a la mano para orientar, en lugar de desinformar, sumaríamos un valioso aporte como ciudadanos a la encomiable tarea de preservar vidas en momentos de calamidades.

Cada ciudadano está llamado a convertirse en un instrumento de prevención.