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FUERA DE CÁMARA

¡… Una injusticia!

Me interesé en la hoja de servicio de la sargento policial, Perla Mariel Cordero Sánchez, para determinar su conducta desde el primer día de su ingreso a la Policía Nacional. No aparece una sola falta importante, ni amonestaciones, ni fallas en sus servicios de 14 años ininterrumpidos.

¿Por qué la cancelaron, entonces? Sencillamente porque pidió mayor protección para los agentes policiales en servicio, en medio de una ola de asesinatos donde en solo dos días cayeron abatidos cinco de sus compañeros a manos de delincuentes desalmados que los despojaron de sus armas de reglamento.

Tal vez la sargento Perla Mariel no siguió rigurosamente los protocolos que deben existir en la Policía para ventilar esos casosÖ Pero quienes la juzgaron y dispusieron su cancelación ni siquiera se interesaron en indagar las condiciones anímicas, la desesperación, la angustia en que se encontraba esa suboficial viendo caer a sus compañeros a manos de criminales callejeros.

¿Cuál fue su gran pecado? Observen lo que ella dijo en las redes sociales al regresar indignada del sepelio de un compañero: “En solo días van cinco policías muertos en la misma zona, y nadie hace nada. Yo estoy cansada de ver esta situación y tener que permanecer callada por temor a que me cancelen...

“... Ya mi copa se rebosó, quien quiera tomarlo a lo personal, que lo tome, pero no me puedo quedar más tiempo callada, porque esto a mí me duele. ¿Dónde están esos jefes que dicen que son jefes, los generales que no salen a dar la cara por nosotros, que somos sus hijosÖ Ellos, que tienen los rangos, son los que tienen que velar por la seguridad de nosotros”.

¿Dónde está la falta “muy grave” que motivó su cancelación de la Policía?

... El ruedo del uniforme A Perla Mariel le pesaba el ruedo de su chamaco. No era una policía de oficina, ni para manejar servicios cómodos y complacientes, ni para llevarle café a los superiores. Era, nada más y nada menos, que suboficial de Operaciones Especiales, miembro de un comando de misiones sensitivas que implicaba alto riesgo.

Nunca se quejó por los peligros que implicaba su función policial; estaba siempre lista para asumir su rol como agente del orden público: siempre vestida de chamaco, gorra militar, pistola al cinco y un fusil M-16 recortado que manejaba a la perfección.

Nunca faltó el respeto a sus superiores y era rigurosa en la disciplina policial, y estaba recomendada para el rango inmediatamente superior: en poco tiempo sería segunda teniente del cuerpo del orden. Su desgracia llegó precisamente cuando en medio del dolor por la muerte de sus compañeros, pidió la solidaridad de la superioridad.

Quizás su grito desesperado ameritaba una sanción --a pesar de que lo primero que dijo en su queja fue que los generales son como sus padres--, pero ante una suboficial que no ha cometido falta grave debió actuarse con un mínimo de tolerancia y no asumir en su contra la medida más extrema.

... Que intervenga Danilo Quienes conocen en la cercanía al presidente Danilo Medina, saben que no acepta injusticias o excesos de autoridad. No sería justo que la Policía pierda los servicios de una agente de gran valor, con suficiente entrenamiento para cumplir tareas complejas y que no tiene faltas en su hoja de servicio.

El nuevo director de la Policía, Ney Aldrín Tejeda, no tiene responsabilidad en la truculencia que se acaba de cometer porque no había llegado al cargo cuando se produjo la matanza de los policías que motivó la protesta de Perla Mariel, pero no le resultaría imposible exigir a sus subalternos que revisen la cancelación de esa valiosa suboficial...

¡... Y haréis justicia!

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