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FUNDACIÓN SALESIANA DON BOSCO

Sal, si puedes

Es bastante común el nombre “Sal, si puedes” que la gente ha dado a algunos barrios. Se trata de sitios con laberintos y callejones, a veces peligrosos. Ese mismo nombre se podría dar a los embrollos en que nos metemos, cuando falla la disciplina interior y el orden. Uno de esos líos es la adicción a las drogas.

La filosofía escolástica tenía como práctica iniciar cualquier discusión sobre un tema haciendo lo que llamaban una “explicatio terminorum”, es decir: una explicación de los términos. ¿De qué se trata, pues, cuando hablamos de drogas?

Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) la DROGA es una sustancia que altera el funcionamiento natural del sistema nervioso de la persona, creando eventualmente dependencia psicológica, física o ambas a la vez. Hay drogas ilegales y legales, como el tabaco y el cigarrillo.

La alteración no es sólo psicológica o física en la persona. Se altera el ambiente familiar, el trabajo, el estudio y la misma concepción de la vida del que utiliza las drogas. Todo se vuelve un disparate, un tollo. Mucha gente sólo se da cuenta de la peligrosidad de las drogas, cuando ya están revolcándose en el fango.

El trabajo preventivo es importante, pero no en todas las personas tiene resultado positivo. Sólo cuando hay capacidad de reflexión u orientación familiar puede aceptarse como buena y válida la advertencia sobre el mal que producen las drogas.

La mentalidad generalizada es la de probar a qué sabe eso, “en qué tá eso”. Generalmente la primera prueba no se hace a solas, sino en compañía, ya que el consumo de drogas es algo social.

Si se le coge el “gustico”, se cae cada vez más bajo. Al consumo se añade la búsqueda de dinero, sea como sea: robos, atracos, estafas, actos delincuenciales en general. Comienzan los problemas: el sufrimiento de los familiares, las peleas sobre el trato a darle al caso, consultas a “especialistas”, o se tira la toalla.

La adicción a las drogas es una enfermedad incurable. Al máximo se puede controlar a través de terapias apropiadas, internamiento para reeducación. Salir de ese problema es un milagro.

A veces, cuando se quiere salir, hay “amigos” o socios en la adicción, que tratan de convencer de lo contrario. Los vicios se fortalecen con la unión de los viciosos. Nadie quiere quedarse solo, sin la compañía de otros que justifiquen su conducta nociva. En muchos de los casos de adicción, lamentablemente se concluye: “apaga y vámonos.”

El apoyo familiar y la sana amistad es lo más aconsejable para prevenir y salir de este vicio. Y por encima de todo reforzar los valores espirituales y la apertura a la dimensión trascendental.

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