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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Ser cristiano durante los siglos V y VI

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Manuel Pablo Maza Miquel, S.J.Santo Domingo

Muchos germanos, celtas y eslavos se fueron convirtiendo al cristianismo durante esos siglos y se dejaron moldear por los criterios e instituciones cristianas, pero ¡también sucedió lo inverso! Estos pueblos adaptaron el cristianismo a sus costumbres y necesidades.

En ese tiempo, las parroquias no eran verdaderas comunidades sino entidades administrativas y políticas. Las estructuras de la vida social de los germanos, no fueron cuestionadas, no se creó una comunidad eclesial visible. La forma de asociarse no era la parroquia, sino la familia extensa y las estirpes. Se practicaba el cristianismo, ¡porque la sociedad entera era cristiana! El germano cristiano no era miembro de dos comunidades, la política y la eclesial, sino era ciudadano de dos mundos: la tierra y el cielo. Y la tierra era regida por un gobierno cuyas figuras eran sagradas, casi tanto como algunos gobiernos de la actualidad. La religiosidad de los germanos era “primitiva y arcaica”, la gracia y alcanzar el cielo estaban ligados a los intermediarios “bien visibles”.

La misa no buscaba instruir con su liturgia, sino que era una actividad cultural. Los fieles se interesaban por la presencia de Cristo, por la transubstanciación. Había que celebrar la misa con la mayor frecuencia posible. Durante varios siglos se celebró preferentemente en griego en el oriente y hasta en Occidente. “La liturgia romana empezó a celebrarse en latín durante el siglo IV”. No importaba que el latín impidiera la comprensión de lo que se celebraba, lo crucial era que el sacerdote cumpliera “exactamente las prescripciones litúrgicas”. El sacerdote estaba situado en una posición especial, se le consideraba más digno que el laico, pues solo él comulgaba en la misa. Los laicos comulgaban en días especialmente sagrados (Ver Isnard Wilhelm Frank, Historia de la Iglesia Medieval, 1998, 31 - 35).

El clero gozó de inmunidad. Desde los tiempos de León I (440 - 461) se pidió que los clérigos fueran célibes, pero solo desde la ordenación al subdiaconado y ni siquiera esta exigencia era aplicada en todos los lugares. En la Iglesia oriental, si el clérigo se había casado antes de ser ordenado, podía seguir casado. Desde los tiempos de Justiniano (527 - 565) se les pidió a los obispos que fueran célibes. Fue surgiendo un distanciamiento entre los clérigos, muchos de ellos no casados, y los laicos. En lo que llegaría a ser la Francia de hoy en día, era frecuente ver a los obispos que habían sido monjes, vestirse con un traje especial, costumbre criticada por el papa Celestino I (422 - 432): “[A los clérigos] se nos ha de distinguir del pueblo y de los demás por la sabiduría y no solo por el hábito, por la conducta y no solo por el traje, por la pureza de espíritu y no solo por la indumentaria” (Lenzenberger, 1989, 226 y Danielou y H.I. Marrou, Nueva Historia de la Iglesia, I, 463).

Detrás de la entrada masiva de muchos en la Iglesia estaba la búsqueda de ventajas materiales y la permanencia de muchas prácticas supersticiosas que se resistieron al cristianismo.

Se construyeron templos en lugares de especial significado y hasta allá peregrinaron.

Durante aquellos siglos, primero se veneraron a los mártires y luego a los santos. Nótese el verbo “venerar” a hombres y mujeres llenos de la gracia de Dios. Adorar, solo a Dios. Los santos, no le quitan nada al Dios Verdadero, Él se gloría en ellos. Solo un Dios diferente del Padre de Jesús sería celoso de su amor, ¿se puede amar sin comunicar amor y gracia?

Roma caminaba hacia su ruina, fue saqueada en estas fechas: 410, 455 y 472 y fue asediada los años: 537 -8, 545 - 6, 547, 550 y 552. Pero recurrir a la Sede Apostólica de Roma ya era un principio indiscutido. Roma débil devendría poderosa.

El autor es Profesor Asociado de la PUCMM mmaza@pucmm.edu.do

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