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RINCÓN CIUDADANO

La cultura del Metro

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Daniel Johnson BenoitSanto Domingo

A nueve años del funcionamiento del Metro de Santo Domingo, ya hay toda una historia sobre el impacto sociocultural que ha logrado este moderno medio de transporte en la urbe capitalina, con la movilidad de miles de pasajeros en condiciones dignas, seguras y decentes hacia sus diferentes destinos.

Lo más visible es el ahorro en tiempo y en dinero. Luego habría que hurgar en la forma adecuada de transportar a los usuarios, incluyendo a aquellos que por su responsabilidad laboral deben vestir saco y corbata y tienen que abordar un transporte público. ¡Con el Metro resulta distinto!

Ahora, con este sistema se asume una cultura de país más desarrollado, y con otro nivel de movilidad, justo al estilo de naciones avanzadas. Para muchos, el Metro se ha vuelto imprescindible, necesario y vital.

Aquel sueño hecho realidad en este país tercermundista se transformó en un paradigma para el transporte público, casi obligando a choferes del concho urbano a mejorar sus unidades y procurar mejores formas para movilizar a las personas.

Frente a esa realidad, es importante que el Gobierno apremie los trabajos de la segunda línea del Metro de Santo Domingo, incluyendo además el Teleférico que moverá a cientos de usuarios desde la periferia hacia la terminal de la avenida Padre Castellanos (la 17), y de ahí hacia el centro de la capital.

Por tanto, esa demanda cotidiana de servicio de transporte para acudir al trabajo, a la escuela o universidad; a la casa o al mercado u otros destinos, ha mejorado considerablemente con el Metro, obligando incluso a los transportistas a introducir cambios positivos en sus rutas, procurando subsistir a la par de este medio de transporte.

De acuerdo con la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), el Metro de Santo Domingo recauda alrededor de RD$5 millones por concepto de boletería y transporta 250,000 pasajeros todos los días. Asimismo, el subdirector de esta entidad, Leonel Carrasco, había informado que los recursos cubren entre el 85 y el 90 por ciento de sus operaciones.

Solo de pensar en esa cantidad de usuarios que diariamente se movilizan supone un cambio de paradigma en el transporte público, cuyos beneficiarios mayormente son habitantes de la periferia, quienes demandan cada vez más el servicio del Metro de Santo Domingo.

Ahora se trasladan a diferentes destinos en forma reflexiva, ágil, atrapados por la lectura, la conversación agradable y hay quienes aprovechan el tránsito del tren para predicar la Palabra de Dios y para orar. El Metro impone su impronta y, por supuesto, genera una nueva forma en el transporte masivo.

Obvio que el presidente Danilo Medina busque priorizar la instalación del Teleférico de Santo Domingo como elemento complementario del Metro, que a su vez es una obra que sin duda reditúa a cualquier gobernante que le coloque su mano.

Por eso es conveniente terminar la extensión de la segunda línea del Metro; puesto que a estas alturas hay una conciencia ciudadana esbozada en una evidente cultura del moderno sistema de transporte y, como muestra un botón: La urgencia de más vagones para suplir la gran demanda en horas de mucha afluencia.

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