TECLAZOS

La marca digital

Avatar del Listín Diario
Juan Eduardo ThomasEditor en Jefe

“Los cierres” y la “opción” de estar en redes sociales nos ocuparan en esta entrega.

Aclaremos algo rápido para avanzar: el periodismo no conoce de “cierres” en la plataforma Web. Todo es una adaptación a la cobertura de la vida misma, que avanza y se transforma a cada segundo, que no espera de horarios para generar las noticias y que, lógicamente, necesita de quienes la relaten e interpreten, de quienes la contextualicen y le den seguimiento.

Es decir, ya no hay una hora donde nuestra empresa cierre las puertas. E implica, por supuesto, el incremento de la atención a horas no muy comunes de producirse hechos noticiosos.

Este es un buen ejercicio para asimilar el ejercicio periodístico que hacemos hoy o, más bien, el que deberíamos hacer. Porque parte de arrancarnos la idea de que a una determinada hora concluye nuestro trabajo y que por lo tanto si ocurre algo más, en ocasiones hasta hechos que se convierten en las informaciones del día, entonces ya no nos corresponde por estar fuera de nuestro alcance.

Pero no equivoquemos estas líneas con el pregón de que el reportero debe estar puesto al trabajo las 24 horas del día. Más bien va en dirección de que las empresas periodísticas, y cuando hablo de periodistas arriba me refiero a quienes gestionan las empresas, tienen que hacer conciencia de la necesidad de disponer del personal para ello.

Redes sociales y periodistas, medios de comunicación

Ya no es una opción estar en las redes sociales para informar e informarnos. Es que los demás actores del proceso noticioso están ahí, en ellas, e informan al segundo de lo que pasa.

Ahí está parte de la vida, de la actualidad que debemos contar, y por esa misma razón necesita de cobertura. Surge en ocasiones el argumento de que no toda la población tiene acceso a ellas, que no posee cuentas en ellas o si quiera las conoce. Es cierto, muy en realidad. Pero lo es también que allí suceden cosas que en cierta forma cuentan cómo va la sociedad, que nos encamina a conocer al menos a uno de sus segmentos.

Los últimos meses o años han hecho común que algunos noticiarios de televisión compartan uno que otro tuit, seleccionado por demás, para aparecer en sus emisiones. Lo malo de esto es que no dejan de ser opiniones aisladas sobre un tema equis.

Para el proceso y la responsabilidad que nos ocupa, Twitter tiene una de las mejores herramientas que puede usar un reportero en sus historias: las tendencias. Esa partecita de la red de “microbloguin” es la que en verdad tiene un valor importantísimo. Lo digo porque es la que contabiliza los mensajes y los coloca en posiciones jerárquicas en función de la cantidad de comentarios que ha generado, y los impactos producidos.

Es la oportunidad perfecta para conocer cuántas personas están hablando de un tema, para conocer de qué habla una parte del país. Por tonto que parezcan los 10 temas que allí se resumen cobran importancia al ser conscientes de que equis número de usuarios han hablado sobre ello, y que un número superior, incluso, pudo haber visto los mensajes, es decir, ser alcanzados o impactados por ellos. Eso en términos noticiosos tiene valor de primera porque, por ocasión número uno, los reporteros pueden contar con una herramienta que les diga qué tanto preocupa, o no, algún tema a los ciudadanos. Con evaluación diaria, sin necesidad de esperar estudios de opinión.

¿Qué no es representativo de la sociedad? Es posible, pero antes teníamos mucho menos que eso, por no decir que nada, y aun así nos atrevíamos a decir que todo un país estaba hablando o preocupado por algo. Es que, a falta de investigaciones científicas de opinión pública instantáneas, las mediciones de opiniones en Twitter me parecen la mejor opción a mano para ver de qué habla un pueblo o una sociedad equis.

Esto amplia valor cuando sabemos que podemos decirle a Twitter que queremos ver las tendencias de todo el país, o de una determinada provincia o ciudad. Podemos acercarnos más a lo que la gente dice. Por primera vez en la vida no dependemos de nuestros círculos para orientarnos de qué temas preocupan a nuestros conciudadanos.

Conscientes debemos ser que determinados sectores suelen aprovechar esta plataforma para promocionarse. Si usted pensó en políticos nosotros también. No los excluya. Incluso ellos pueden darle una buena historia de las “maquinarias” que montan para sus proyectos, o cuántos en realidad no existen.

Por ahora un medio de comunicación genera infinidad de comentarios, apreciaciones o interacciones de los usuarios que les siguen y comentan en sus cuentas de redes sociales. Lo cierto es que Twitter, por ejemplo, también Instagram, producen millares de mensajes cada día y hasta ahora solo se ha podido medir dos cosas: cuántos escribieron de un determinado tema y a cuántos pudo haber llegado.

El futuro es la decodificación de esos mensajes. Será la métrica de cuántos de esos mensajes fueron a favor o en contra de algún mensaje, podría llegar a nuestras manos una interpretación de toda esa información y cuando eso ocurra, entonces, se podrán ver mucho mejor las tendencias, y podremos partir de ellas para estudiar a detalle un segmento de la opinión pública. Ya existen empresas que trabajan en esta área, lo que resta es que esa posibilidad llegue a manos de todos con herramientas, quizá, proporcionadas por las mismas redes que han creado las grandes plataformas.