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PEREGRINANDO A CAMPO TRAVIESA

Las persecuciones desde Claudio a Antonino Pío

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Manuel Pablo Maza MiquelSanto Domingo

De modo general, se puede afirmar que las persecuciones contra los cristianos de los siglos I y II, provinieron de la población y no tanto de los emperadores.

Se sabe que, el Emperador Claudio (41 - 54) en el 50 expulsó a los judíos de Roma (ver Hechos 18, 2-4). Parece que el Emperador se hartó de los enfrentamientos y discusiones entre cristianos y judíos. Nerón (54 - 68), como veíamos en el artículo anterior, culpó a los cristianos de ser los causantes del incendio de Roma el 16 de julio del 63. Al parecer, Nerón mismo, quiso quemar varias casas para inspirarse y componer una oda sobre Troya, pero el incendio se le fue de las manos. Los Flavios (la dinastía creada por Titus Flavius Vespasianus) que duraron en el poder entre el 69 y el 96, persiguieron a los cristianos por confundirlos con los judíos de tendencias zelotes, los que habían organizado la guerra judía de los años 66 al 70. Al proclamar a Jesús como Mesías, los cristianos criticaban la situación que vivía el Imperio. Algunos romanos pensaban que los cristianos no eran más que unos judíos “cabezas calientes”. En tiempos de Domiciano, (81 - 96), los cristianos fueron calificados de “impíos” por no dar culto a los emperadores. Fueron condenados por ateísmo, es decir, por negarse a dar culto a Domiciano como ser divino. A los ojos de Vespasiano, su padre, Domiciano siempre ocupó un mal segundo lugar al lado de su hermano mayor Tito. Probablemente el Apocalipsis fue escrito durante estos años para fortalecer a las comunidades del Asia Menor perseguidas por Domiciano por negarse a adorarlo como a un dios. Nerva (96 - 98) desestimó las acusaciones contra los cristianos.

Trajano (98 -117) suponía que ser cristiano era un delito. Trajano fue el emperador interrogado por Plinio el Joven, gobernador de Bitinia en el Ponto en una carta famosa. Plinio el joven no sabía qué hacer con los cristianos. Plinio admiraba que cumplían los juramentos, devolvían lo prestado, eran morales. Pero no le gustaba que se reunieran tempranito en la mañana, un día a la semana a cantarle himnos a Jesús como si fuese divino. Y le molestaba que se mantuviesen firmes en sus creencias. A los que persistieron en sus convicciones después de ser invitados a dejar su fe, ¡los mandó a matar!

Desde Nerón hasta la segunda mitad del siglo II no hubo una ley que regulase posición del estado romano contra los cristianos. La actitud hostil de la población pagana fue creando la convicción que no se podía ser cristiano y ser ciudadano romano. Durante el período mencionado (68 a los fines del siglo II) las persecuciones tuvieron un carácter local. En medio de los tumultos de la población pagana, se vejaba y se mataba a los cristianos. Pero las víctimas eran pocas.

Adriano (117- 136) rechazó las denuncias anónimas con los cristianos. A los cristianos no les favorecería tampoco la revuelta del judío Bar Kokeba, (132-135) que había dirigido a su pueblo en un nuevo levantamiento contra los romanos. Como castigo, los romanos arrasaron Jerusalén, araron y echaron sal en la tierra, simbolizando su condena a muerte de aquella comunidad y de su tierra. Después de ese momento, los judíos vivieron la terrible dispersión, expuestos a toda clase de abusos por parte de los cristianos y luego del Islam, ¡hasta después de la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX!

En tiempos de Antonino Pío, (136 - 161) tuvo lugar el martirio del Obispo Policarpo (70 - 155), discípulo del apóstol Juan. Presionado por un funcionario romano para que abjurase de su fe, Policarpo respondió: óHe servido a mi señor Jesucristo durante 86 años y nunca me ha causado daño alguno él mismo.” Pronto la naturaleza de las persecuciones cambiaría.

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