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Los hombres del Presidente

Siempre he creído que los funcionarios que sirven a un jefe deben sentir, ante todo, que ostentan una posición desde la cual deben ayudar al que le sirven. Y he creído también que cuando además del trabajo existe una relación de amistad o de compañerismo político, el puesto que se ocupe debe desempeñarse con mayor eficiencia.

Cierto es que en no pocas ocasiones la traición aparece como sombra maligna hacia ese jefe, pero es también verdad que hay solidaridades e incondicionalidades que van más allá de las circunstancias, de los intereses y de las coyunturas.

Danilo Medina, lo intuyo hoy, es víctima de los que deberían ser principales defensores de su gobierno y de él. Pero no es así, una excepción es (a quien no conozco ni de vista) el ministro de Obras Públicas, que por su trabajo ha concitado reconocimiento. Otro es Carlitos Pared Pérez, de quien muchos hablan en términos enjundiosos, pues, según se dice, no hay problema de salud o de educación que no resuelva a los humildes que a él acuden.

De Carlitos se comenta que tiene un sentido de solidaridad inigualable; que cuando de ayudar a enfermos se trata no hay puerta que se le resista.

De Peralta Pérez oigo muchas críticas, sobre todo provenientes del sector agroindustrial al que él pertenece.

A Gustavo Montalvo lo conozco bien, somos amigos desde hace más de tres décadas, ambos crecimos en Gazcue, fuimos dirigentes estudiantiles juntos en la UASD. A Gustavo muchos lo atacan, creo que por celos o envidia, pero yo aseguro, porque tengo pruebas, que el concepto de la honradez y del honor que tiene Gustavo es admirable, digno de ser imitado por muchos de sus compañeros.

Por la forma de manejarse sus cercanos colaboradores y el rumor de los encontronazos que existen entre algunos de ellos, se sabe que esa lucha sorda entre sus cercanos es realmente cierta, por eso afirmo que Danilo está solo.

De ahí que las canas de Danilo aumentan y su calvicie también, su rostro, en ocasiones, se nota macilento, con expresión triste y no camina tan erguido como antes.

Danilo está solo, irremediablemente solo, tristemente solo, rodeado por los que encumbró sin que lo merecieran.

La nube negra de Odebrecht se expande sobre el suelo patrio. El país reposa en un barril de dinamita; sobre una bomba de tiempo cuyos hilos para hacerla explotar están diseminados por todo el territorio nacional.

El pueblo está harto.

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