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PIENSO Y ESCRIBO

Lágrimas de mujer

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Iranna Flaviá LucianoSanto Domingo

Muchos enigmas han quedado sin resolver por muchas generaciones en el mundo. Uno de ellos es el misterio que encierran las lágrimas de mujer. Las mujeres llegan a ser enigmáticas por su actuación polifacética, indescifrable, multifactorial, y lejos de lo predecible. Si quieres conocer al viento, mejor no lo persigas; permite que te rodee. Todo aquello que es predecible puede ser desarmado de lo impredecible, si acaso armar un rompecabezas. Así como en los árboles todo lo que muestra no es todo su esplendor, no todo lo que oculta es lo que tiene. Las lágrimas han existido desde los tiempos como muestra irrefutable de un sentimiento que llegó a un estado maduro o inesperado. Salen al exterior en muchas ocasiones sin ser llamadas; emergen como el humo de un vehículo en combustión. Ellas forman parte de todo el ser humano, aunque tienen aroma de mujer. En una mujer una lágrima es la transformación de la materia; para el hombre, la traducción del desapego a un objeto. Mucho se ha debatido sobre la importancia de mostrar los sentimientos tal cual ocurren, en tiempos en donde hasta la presión arterial se quiere controlar. Siempre será más fuerte aquel que enseña las cicatrices que sufrió en el campo de batalla, y más humano aquel que deja al natural que su cuerpo se exprese. Hubo un término que en una oportunidad llamó mi atención. Fue el término lágrimas negras. Lo escuché primero en una canción, pero no logré encontrarle la lógica a su tipificación, por lo que investigué. No entendía como una lágrima de cristalina tomara color. Más tarde entendí el uso, cuando se referían al color que tomaba al correrse el maquillaje. A partir de ese momento entendí que muchos misterios seguirán sin resolverse. Detrás del llanto de una mujer quedó uno resuelto. Las lágrimas, antes de tomar color, fueron transparentes.

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