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ORLANDO DICE...

El problema no es el altar ni el santo, el templo

“NO MUEVAN EL ALTAR...” .- Los funcionarios de pasados gobiernos acusados de corrupción nunca se sientan al frente o en el patio de la iglesia a cherchar como cualquier hijo de vecino. Todos son santos varones y como figuras de yeso corresponden al altar. Incluso, se colocan unos tan cercanos de otros que hay que tener cuidado, pues con una vela se les rinde culto a todos. La socarronería política recuerda, cada vez que hay ocasión, una frase atribuida al ladino de Ulises Hereaux, Lilís: “No me muevan el altar, que se me caen los santos”. La advertencia iba en muchas direcciones, pero dejaba claro lo obvio: cada santo tiene devotos, y cada devoto debe al santo su patrocinio. Lilís habló en el siglo antepasado, y sin embargo, sus palabras parece que fueran pronunciadas ahora. No cambiaron los hombres y menos las circunstancias. No se puede mover el “altar”, pues se corre el riesgo de que caigan los “santos”. La mayor hazaña fue la de Joaquín Balaguer contra Salvador Jorge Blanco, y al final de sus días, según se dijo, devolvió ese “santo” al “altar”... ERAN ANGELITOS DEL CIELO.- La opinión pública vio con buenos ojos la destitución de Haivanjoe Ng Cortiñas, pues la “indelicadeza” de su pensión rompió todos los récords. Sin embargo, hubo quienes dieron versiones que lo salvaban de ese infierno. Dijeron que su desgracia fue negarse a avalar unos pagos a comunicadores que eran paniaguados del nuevo gobierno. Es decir, que lo sacrificaron por honesto. Igual se pensaba que Elías Wessin merecía quedar fuera del cargo que había ocupado durante los ocho años de Leonel Fernández. Las denuncias y las revelaciones eran causas suficientes para prescindir de sus servicios. No obstante, hay explicaciones oficiosas que lo salvan del maleficio. El problema estuvo en negarse a aceptar el avalúo de unos terrenos propiedad de una sucesión, entre cuyos beneficiarios estaba la principal funcionaria de una entidad que es casi un poder público. Si se hubiera tragado los escrúpulos y convenido en que esas propiedades valían lo que decían sus dueños, ninguna auditoría lo hubiera tumbado de un puesto que le correspondía por derecho de aliado... ENTRE SUBLEVACION E INSURGENCIA.- Estas alegaciones se hacen primero en las oficinas, y después en las esquinas y en los bares y las cafeterías, y quedan en el imaginario popular de las dudas. Si fue así o todo lo contrario. Sin embargo, hay que decir que fueron decisiones de orden moral y no política, pues Ng Cortiñas sigue en el PLD, que se sepa, y el PQDC, el partido de Wessin, sigue en alianza con el gobierno. Incluso, el nuevo incumbente de Bienes Nacionales es dirigente de esa organización. Lo del senador Félix Bautista es diferente. En su caso es la política lo que impide que se mueva el altar y se haga caer el santo. El problema, por tanto, no es el altar ni el santo. Es el templo. O el obispo, con tanta autoridad que ni venido de Roma. A la mujer no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa, al senador de San Juan ni con el filo de un código. Si lo tocan, coge fuego el PLD, y hasta la mata de limoncillo se vuelve leña, pues no solo es secretario de Organización, sino ungido del líder. La situación es complicada, ya que evitando la sublevación del partido se provoca la insurgencia de la calle... UNO LLEVO AL OTRO.- Lo intrigante de este intento de guerra son los daños colaterales propios de toda conflagración. No puede moverse el altar y que caiga el santo Félix Bautista sin que le ocurra lo mismo al santo Amable Aristy Castro. Lo que decía: si se prende una vela a uno, el efecto le llega al otro. Resultó extraño que a la iniciativa del Procurador General de la República reaccionara un abogado de oposición, y que se supone no tiene relaciones de ningún género con el senador de San Juan, pero sí con su homólogo de La Altagracia. La cuestión no era desarchivar el expediente, sino mover el altar. Si caía Bautista, de seguro que no lo haría solo. Que es lo que se está viendo ahora. Incluso, con pasos propios y no siguiendo huellas. Con Aristy Castro ya se piden medidas de coerción. Su abogado no solo tiene buenos reflejos, sino que como Nicolás Cage en Next se anticipa a los acontecimientos. Ve las cosas antes de que sucedan. Entonces, y en un acto de complicidad colectiva, todos preguntan lo mismo, ¿por qué ahora cuando busca apoderarse de la dirección del Partido Reformista? Desde la cárcel no le gana ni a Humberto Salazar, su Némesis de estos días...

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