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FUERA DE CÁMARA

Los amigos, la internet, los chistes subidos de tono

Después del Internet no existen razas, ni idiomas, ni edades, ni condiciones sociales que impidan hacer amigos en la distancia y compartir hasta las intimidades con gente que uno nunca ha visto. Y han aparecido viejos amigos con los que habíamos perdido todo contacto. En algunos casos amigos de la infancia. El intercambio de chistes y bromas ña veces subidos de tonoñ aligera bastante la vida en medio del trajinar y el agobio de los conflictos existenciales. En ocasiones está uno hasta la coronilla sin hallar qué hacer para resolver cada problema, y de pronto aparece en la pantalla del teléfono un chiste que le hace morir de la risa. O uno de esos nuevos “amigos online” le sale con una ocurrencia que le hace olvidar la pena, superar el disgusto o calmar la ansiedad en cuestión de segundos. Como este chiste que me envió una amiga traviesa: El dentista le explica a su paciente que debía extraerle una muela, para lo cual iba a anestesiarlo. Comienza a preparar la jeringa cuando el hombre le interrumpe: óNada de inyecciones... Le tengo pánico a las agujas, doctor. “Bueno ñdice el dentistañ, entonces, vamos a anestesiarle con un poco de gas...”. óNo, doctor, no soporto la máscara de gas en la cara... Siento que me asfixio. El dentista saca entonces de una gaveta una pastillita azul y se la da a tomar al paciente. óCon las pastillas no tengo problema, dice el hombre. ¿Qué es lo que acabo de tomar? “Una viagra”, le responde el dentista. ó¿Viagra...? ¿Para qué me ha dado usted una Viagra? ¡... Para que encuentres de qué agarrarte cuando te saque la muela a sangre fría! ¡Un vestido de cuero! Y esto me lo envía Christian Lugo, el viejo amigo Bamby, que le adiciona la foto de esta “máquina” en vestido de cuero... óCuando una mujer se pone un vestido de cuero, el corazón del hombre late más de prisa, se le seca la garganta y le flaquean las piernas... ¿Sabéis por qué???? ¡¡¡¡Porque huele a carro nuevo!!!! ...Y el Alzheimer Creía que había comenzado a tener un enemigo en mi cabeza cuyo nombre empieza con A... Porque no recuerdo algunos nombres, a veces olvido dónde dejé algunas cosas, y cuando estoy hablando me paro porque olvido alguna palabra... Pero hoy, leyendo un artículo, quedé mucho más tranquilo: óSi uno tiene conciencia de los problemas de memoria, es porque no los tiene; óHay un término, Anosognosia, que define esas deficiencias; óLa mitad de los mayores de 50 años sufre Anosognosia; óMás que una enfermedad, esa es una característica de los años; óQuien está consciente de padecer de estos olvidos es quien no tiene problemas serios de memoria... ... Porque los que están enfermos de la memoria, con el inevitable fantasma del Alzheimer, no tienen registro de lo que efectivamente les pasa. El doctor B. Dubois, profesor de Neurología de CHU Piti’e-SalpÍtriere, acuñó una paradójica pero didáctica explicación válida para la mayoría de los casos de las personas preocupadas por estos olvidos: “Cuanto más se quejan los sujetos por sus olvidos, menos probabilidades tienen de sufrir una enfermedad de la memoria...” “Este documento está dedicado a los olvidadizos que recuerdo... Si usted olvida copiárselo a alguien, quédese tranquilo porque no es Alzheimer... ¡Son los años...!”.

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