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10,000 horas para ser un experto

En el mundo actual, en el que los conceptos cambian en un abrir y cerrar de ojos, y la tecnología evoluciona a la velocidad de la luz, resultaría una ligereza sostener que se es experto en un tema.

Muchas personas entienden que los genios ya nacen siendo genios, sin embargo, otros afirman que ser genio es tan solo cuestión de práctica. Y pareciera que este segundo planteamiento es lo más lógico y acertado, considerando la disciplina como la clave del éxito y la respuesta al por qué algunos tienen más éxito que otros. Lo cierto es que dominar al detalle un tema o área puede ser la plataforma perfecta para conducirte a mejores oportunidades profesionales.

Mientras esperaba mi turno en el salón de belleza me topé con un libro autoría de Malcolm Gladwell, llamado “Outliers. The story of success” la traducción al español sería “Los fuera de serie. La historia del éxito”.

Las primeras páginas me parecieron interesantes, pero no logré terminarlo, así que pedí permiso para regresarlo en mi próxima vista. Con un lenguaje sencillo, el libro describe cómo algunas personas lograron tener éxito. El autor hace un análisis sobre la importancia de cómo la cultura, la familia, los amigos, el pasado y otros factores pueden determinar el éxito de un proyecto, y aborda lo que denomina ‘la regla de las 10,000 horas’.

Pareciera fácil dedicar diez mil horas de tu vida a algo que te apasione, sobre todo, si como yo, no eres bueno en matemáticas, pero cuando me puse a calcular entendí que Gladwell se refiere a invertir en la práctica, diez horas por semana en veinte años, veinte horas por semana en diez años o cuarenta horas por semana en cinco años. Cada quién determinará el tiempo en el que desee ver el resultado.

El análisis parece ser simple, pero deja claro que el éxito tiene más que ver con el esfuerzo y el trabajo, que con el talento. Un ejemplo que cita el libro, es Mozart, reconocido como un gran genio. Comenzó a componer a los siete años y muchas de sus mejores piezas fueron escritas en su adolescencia. Mi esposo, que es piloto, siempre sostiene que en su profesión de nada vale leer decenas de teorías, lo que te hace un buen piloto aéreo son las horas de experiencia de vuelo. Compositores, deportistas, pintores, escritores, pianistas y todo aquel que se ha destacado en un área tiene detrás un mínimo de diez mil horas de trabajo intenso.

Al parecer este es el tiempo promedio que le toma al cerebro alcanzar el nivel necesario de maestría. Lo cierto es que Dios a ninguno de sus hijos le niega los dones y cada uno de nosotros tiene la capacidad de convertirse en un experto. Lo primero, es estar claro en qué tanto conocimiento se tiene acerca del área en la que pretendemos especializarnos y enfocarnos en dominar un tema a la vez. Hasta cierto punto es normal sentirse atraído por un sinfín de áreas, sobre todo cuando eres joven, pero para ser un experto en algo deberás enfocarte únicamente en un contexto. “Quien anda detrás de dos conejos no atrapa ninguno”, recuerdo haber leído una vez y es justo lo que he aprendido con los años.

Si ya has descubierto que tienes el talento y estás dispuesto a trabajar para pulirlo, el siguiente paso es prepararse continuamente. Leer publicaciones especializadas, respaldar la experiencia con estudios e investigación, nos ayuda a estar actualizados sobre las nuevas tendencias. En definitiva no hay fórmula mágica. Existe un único elemento que marca la diferencia entre un aficionado y un experto, se llama ‘dedicación’. ¿De qué lado te quedas? ¡Hasta el lunes!

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