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Vinos: El mundo de Carlos de la Fuente

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Ivelisse VillegasSanto Domingo

El enólogo Carlos de la Fuente estuvo de visita en el país cumpliendo una de las misiones más apasionantes de su vida: representar a la Bodega Hacienda Monasterio, y hablar sobre la cultura del vino y de cómo esta lo mantiene atado en todos los planos de su vida.

Inmediatamente llegó al país, por segunda ocasión, sus anfitriones de la Bodega El Catador lo hicieron pasar a uno de sus más emblemáticos eventos: la Gran Cata, para que conociera a sus homólogos de otras naciones y a los dominicanos que, junto a ellos, han hecho de esta bebida milenaria, su preferida.

Carlos tiene más de media vida transformando la uva en vino. Su trayectoria viene desde la fundación de la Bodega Hacienda Monasterio y su pasión en su ADN, pues sus antecesores tienen una procedencia vitivinicola. Eran trabajadores de Vega Cecilia, uno de los viñedos más reconidos en España y creció en Valladolid; embriagado por los aromas de las uvas y mirando siempre la Ribera del Duero como su norte...

Nos encontramos en el hotel Intercontinental. De inmediato la experiencia y pasión por lo que hace fue evidente. Con mucha seguridad en su tono de voz y una tímida sonrisa, se inició la conversación.

Confiesa que era su segunda visita a República Dominicana, de la mano de El Catador, y que en cada una de ellas trata de disfrutar el entorno y los encantos del país.

Dice que su trayectoria va de la mano con Hacienda Monasterio. Cuando esta se inaugura entra como segundo enólogo a trabajar con Peter Sisseck, quien además ha creado el Dominio de Pingus y asesorado diversas bodegas en distintas regiones de España.

Para esta entrevista se hizo acompañar de su marca, y mientras conversaba hizo alarde de sus conocimientos vitivinicolas y descorchó un caldo para deleite visual de los allí presentes.

A la vez, cuenta que la bodega que representa está ubicada en las poblaciones Pesquera y Valbuena de Duero, conocida en el mundo entero como “la milla de oro” por la alta calidad de sus vinos.

‘‘Peter Sisseck quería hacer una bodega tipo ‘chateau’ en Ribera del Duero porque no había, es decir, hacer vinos de finca. Y lo logró con Hacienda Monasterio”, asegura con mucho orgullo.

“Tenemos un viñedo en medio de la bodega. Como regla principal no compramos uvas, ya que lo hacemos con las cosechadas en nuestro viñedo. Y esto determina la personalidad, carácter y estilo del producto’’, dice el enólogo.

Al preguntarle cuál es el mejor vino, dice que existe un gran vino, aquel que te da el placer de beber siempre y que a la vez tiene capacidad de envejecimiento, con una personalidad tal, que cuando vuelves a tomar una segunda botella, vuelve a ser el mismo que tomaste la primera vez. Es un vino que te enamora porque viene de un suelo que lo marca con características inconfundibles.

“No todos los vinos tienen la capacidad de envejecimiento, solo los grandes, no significa ni grande de tamaño, ni caro, sino por el equilibrio y la fruta. Un vino es grande cuando tiene capacidad de larga vida, luego tú decides cuando lo bebes...’’, asegura De la Fuente.

Más De Carlos de la Fuente Carlos se unió a Peter Sisseck en este proyecto como bodeguero, gracias a que tiene un Máster en Viticultura y Enología por la Universidad Miguel de Cervantes de Valladolid. Ha realizado cursos de Viticultura y Enología en Montpellier Inra, además de distintos cursos y catas enfocadas a viticultura y elaboración de vinos tintos y blancos.

Hasta hora, Hacienda Monasterio solo produce vinos tintos, pero está en proyecto incursionar en los blancos. Es una política de la zona, que aunque no está de acuerdo, pero la respeta. ‘‘En la zona del Ribero de Duero solo hacen vino tintos, por la legislación de denominación de origen. “Las grandes fincas del mundo hacen un vino blanco y en Hacienda tenemos un proyecto a futuro de tenerlo.

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