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CRÓNICA LIGERA

¡Una mejor versión de mí!

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Ana Mercy OtáñezSanto Domingo

Llevo tiempo trabajando en una mejor versión de mí misma y no ser la versión de alguien más. No he hecho cambios revolucionarios, aunque si significativos y de eso se trata. Cada día he ido introduciendo pequeñas acciones que agreguen valor real a mi forma de ser y actuar. Siempre he creído que todos tenemos cualidades que nos hacen únicos y talentos especiales que nos diferencian. No busco parecerme a nadie, pero sí aprender de las personas y situaciones que por alguna razón se me presentan en el itinerario de mi viaje, llamado vida. Duramente he tenido que asimilar que esto es cuestión de un vaivén, que hay quienes llegan a nosotros para como trampolín ayudarnos a crecer y desarrollarnos, mientras que otros nos dejan una lección o simplemente nos enseñan a no ser como ellos. Hace más de veinte años perdí a mi primera hija, quizás ha sido uno de los momentos más difíciles que he enfrentado, me sentí devastada, culpable y disminuida. Pensé seriamente en no volver a ser madre. Fui fuerte ante los demás y muy dura conmigo misma, no tenía opción, sufrí en silencio, lo que llevó a no hacer planes futuros, sólo dar continuidad a la cotidianidad, encontré refugio en escribir (no sé dónde están esos manuscritos). Pasó poco tiempo y Dios tomó el control, no tuve elección, más que seguir adelante y ser obediente por fe. En un período de tiempo corto recibí la bendición de mis hijos, primero Luiggi José, después Luis Arturo, lo que poco a poco restableció mi corazón y mis fortalezasÖ Con sus nacimientos, nacía yo de nuevo, entonces comencé el proceso de construir una mejor versión de mi misma que me ha llevado más de dos décadas, siendo mis proles mi mayor fuente de inspiración y responsabilidad. Imagínese usted que anduviera por la vida en una estela de lamentaciones, quejas y frustraciones. ¡No! La culpa no era de nadie y la decisión de continuar era mía, por lo que no cambié, prioricé. Tenía claro lo que mis hijos merecían, no quería parecerme a nadie, ni dar lástima. Me empoderé, pobremente, pero lo hice, transité por vías espinosas, no aspiraba a una vida llena de éxito, en un fascinante mundo donde prevalece la vanidad y se rinde culto al dios dinero, mi misión era edificar un corazón sano, fuerte y feliz, reconociendo que el verdadero lujo en esta vida no es cuestión de tener cosas materiales, sino que nuestro accionar diario nos permita disfrutar todas las cosas que tenemosÖ Fue un proceso llegar ahí y aprender a vivir más cada una de las experiencias, que acumular cosas; asimilando que los mejores regalos de la vida son momentosÖ Cuando digo una mejor versión de mi misma, me refiero a muchas cosas: A no dejar de lado mi originalidad, mucho menos mi autenticidad, a no compararme con nadie, a no ser alguien que no soy, a no limitarme por posición social o económica, a no soñar en grande... Conseguir mi mejor versión no ha sido fácil, pero si gratificanteÖ Descubrí quien soy, que quiero, que me apasiona, hasta donde quiero llegar y me hice responsable de mí, solo trabajando en una mejor versión de nosotros mismos encontramos plenitud. Busque su inspiración, redescúbrase y haga su mejor versión. ¡Dios sigue haciendo su obra en mí, me retoca y me afina!

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